Se dice que es imposible querer lo que no se conoce, pero el ser humano es capaz de querer a quien no conoce. A quien no puede poner ni nombre ni apellidos; ni siquiera rostro.

Lo experimentó, como sentimiento inédito hasta la fecha, una asturiana que envió una carta de agradecimiento, a través de la Hermandad de Donantes de Sangre del Principado, con sede en Oviedo, a la donante anónima cuya sangre le salvó la vida.

Esa carta, reproducida ayer en la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA, "Alguien regaló media hora de su vida y una parte de su sangre para que otra persona desconocida, hoy soy yo, saliera adelante", escribe la mujer en su mensaje.

La transfusión, explica, se hizo necesaria tras una operación quirúrgica y algunas complicaciones posteriores. En el texto, Elvira (así se llama) se recuerda en cama conectada a una bolsa de sangre de 450 centímetros cúbicos -tamaño estandar-, compatible con su RH.

Un cariño nuevo

"Cierro los ojos, inspiro despacio. Dos gracias, mil veces gracias, por los míos y por mí. Es extraño, hasta ahora siempre había puesto cara, nombre y apellidos a quienes amo y admiro. Este es un cariño nuevo que me encanta vivir", se lee en el mensaje enviado a la Hermandad de Donantes de Sangre del Principado.

Asturias es la tercera comunidad en número de donaciones por cada mil habitantes, solo superada por Extremadura y Castilla y León. En Asturias se registraron unas 42 donaciones, casi seis puntos más que la media nacional. Cada año se recogen unas 44.000 donaciones. Entre los tratamientos oncológicos y las intervenciones quirúrgicas se llevan casi la mitad de las donaciones de sangre en España.

Elvira, que envió el mensaje también en Asturiano, sabe que por norma nunca conocerá la identidad de esa mujer que le dio su sangre pero "somos ríos hermanaos que s´abrazarán dalgún día nel mesmu mar".