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Las llamas arrasan parte del mayor alcornocal de Asturias, en Boxo

Una cuarta parte del espacio protegido, en Allande, acaba convertida en cenizas

Juan Antonio Otero y Rafael Cadierno, ayer, caminando por el alcornocal quemado en Boxo. MIKI LÓPEZ

Juan Antonio Otero y Rafael Cadierno no se creen lo que están viendo: parte del alcornocal de Boxo, arrasado. Una lengua de fuego, procedente de Corondeño, devoró una cuarta parte de este espacio protegido declarado monumento natural en Allande. "Es increíble cómo quedó", dicen los jóvenes, ambos de Pola de Allande. La curiosidad les llevó ayer hasta Boxo tras extenderse el rumor de que la mayor y mejor conservada masa de alcornoques de Asturias también había sido víctima de las llamas.

El olor a quemado y la tierra teñida de un negro intenso asolaban ayer un bosque que hasta hace dos días era un tesoro natural. El fuego ha borrado parte de su belleza. "No pensábamos que estaba tan mal. Pero llevamos tanto tiempo viendo imágenes parecidas que ya estamos acostumbrados", lamentan Otero y Cadierno, caminantes habituales del espacio protegido. "Esto es querer hacer daño, pura maldad. La pena es que año tras año pasa lo mismo y no pillan a nadie", apuntan.

El alcornocal de Boxo, de unos 1.219 kilómetros cuadrados, está formado por dos compactos núcleos. El primero y de mayor tamaño ocupa los terrenos entre la pista de acceso al pueblo y el propio Boxo -abandonado-. El segundo se reduce a una larga y estrecha franja al oeste del pueblo, siguiendo la línea de máxima pendiente. Los materiales sobre los que se asientan los alcornocales son pizarras negras -de Luarca-, procedentes nada menos que del Ordovícico medio, que también se llevó por delante el incendio. Este tipo de bosques son poco frecuentes en el norte de España, ya que se trata de una especie de ambientes más cálidos.

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