La Fundación Cruz de los Ángeles ha recibido hoy jueves en Oviedo, de manos de la consejera de Servicios y Derechos Sociales del Principado, el Premio José Lorca a la Promoción y Defensa de los Derechos de la Infancia. Pilar Varela elogió los 55 años de trabajo con menores en Asturias de la entidad galardonada, con gran implantación y reconocimiento social en el ámbito de la infancia. También destacó su capacidad para renovarse y adaptarse a los cambios sociales desde una perspectiva innovadora y de cooperación leal con la Administración.

El Premio José Lorca está dotado con 6.000 euros y una cerámica donada por la Fundación Vinjoy, titulada Amistad y elaborada por Noemí Fernández Lorences en el marco del programa Modelando ilusiones.

José Lorca, prestigioso fiscal de menores, desarrolló una sobresaliente labor jurídica y humana, y falleció de forma prematura en 2005. En el acto participó su viuda, Rosario Gutiérrez Arenas, secretaria del jurado.

A esta undécima edición del galardón, que reconoce aquellas actuaciones que contribuyen a la prevención, promoción, atención, defensa y difusión de los derechos de los menores, habían concurrido cuatro aspirantes. La distinción se entrega coincidiendo con la conmemoración del Día de la Infancia y admite candidaturas de trabajos de investigación o estudio, iniciativas formativas o divulgativas y de sensibilización social, así como actividades, programas o proyectos.

A la ceremonia de entrega también han asistido la directora del Instituto Asturiano para la Atención Integral a la Infancia, Ana Farpón, y otros miembros del jurado, además de premiados en anteriores ediciones, representantes de asociaciones y técnicos que trabajan en el ámbito de la infancia. Por parte de la fundación, ha recogido el galardón su directora, Maria Teresa Estrada.

La Fundación Cruz de los Ángeles surgió en Oviedo en 1962 como asociación destinada a la acogida de niños, jóvenes y adultos desamparados que carecían de recursos. Posteriormente, en 1965, la entidad, que toma su nombre del escudo de la capital asturiana, abrió las primeras casas para menores como alternativa a entornos familiares deteriorados, en graves dificultades o inexistentes.

Su principal transformación llegó en el año 2000 con su reconversión en fundación, momento en que se modernizó su gestión y acompasó su actividad con las nuevas necesidades sociales. Actualmente, trabaja con menores en situación de desamparo o conflicto social desde una intervención especializada y centrada en la innovación que abarca desde la prevención a la integración social. Cuenta con centros distribuidos en diversos puntos de la geografía española, si bien es en Asturias donde tiene mayor implantación y reconocimiento social.

La fundación colabora con el Principado en el acogimiento residencial de niños y adolescentes de 0 a 18 años y desarrolla programas de apoyo e implantación comunitaria para infancia, juventud y familias. En concreto, gestiona dos centros de día de menores y una unidad de 0 a 3 años. También impulsa iniciativas como Sol a sol, de apoyo a menores y sus familias; Con mi familia, para jóvenes de entre 12 y 18 años, y otros de apoyo a necesidades educativas especiales y soporte a la emancipación.

En 2016, un total de 187 menores participaron en los planes que ejecuta la fundación en Asturias.