Siete horas y media debatiendo sobre el estado de la región para concluir que los Presupuestos del Principado para 2018 son una suerte de lotería. "Compre un billete, igual le toca y pactamos", fue el consejo con el que Emilio León, portavoz de Podemos, cerró su cara a cara con el presidente, Javier Fernández. Toda una declaración de intenciones de que el Gobierno socialista tendrá que ofrecer más si quiere sacar adelante un nuevo proyecto presupuestario con la izquierda alternativa, una hipótesis que deja "helado" al PP asturiano, según admitió su presidenta regional. Mercedes Fernández, que el año pasado se había llevado "el minuto de oro" con sus ironías sobre el juego de tronos en la izquierda, ayer cargó por tierra, mar y aire contra una alianza del PSOE y "la radicalidad de Podemos" para que queda de legislatura.

La cercanía del debate de orientación política de Asturias al punto álgido de la negociación presupuestaria lo convirtió este año, más que nunca, en termómetro para medir las afinidades del Gobierno con sus potenciales apoyos, sobre todo Podemos. El panorama no quedó del todo despejado, como reconoció el propio Javier Fernández al final de la sesión, cuando el portavoz de Ciudadanos le preguntó qué sacaba en claro del pleno más largo del curso. La respuesta de Podemos ni da portazo a las pretensiones de acuerdo ni invita a un optimismo prudente. Emilio León recordó los precedentes de 2016, "cuando el Gobierno retiró su proyecto", y de este año, en el que pactó con el PP. El portavoz de la formación morada coló el chiste del parroquiano que reza insistentemente para que le toque la lotería hasta que una voz le dice "pero compra un décimo". Y se veía venir: León aprovechó su última contrarréplica para instar al Gobierno de Javier Fernández a redoblar esfuerzos en las principales exigencias de su partido, garantizar el carácter público, universal y gratuito de la educación, voluntaria, para menores de 3 años; la unidad de Anticorrupción del Principado y doblar el parque público de vivienda a 22.000 pisos. "Compre un billete, señor Fernández, igual le toca la lotería y pactamos los Presupuestos", aconsejó el portavoz parlamentario de Podemos. Cara de póquer en la bancada del Gobierno. "Todo se puede hablar", contestó Javier Fernández, quien abrió la puerta a avanzar en la integración pública del ciclo de menores de tres años mediante figuras como la del "consorcio o una empresa pública", pero dijo tener más dudas sobre "el coste" de la Unidad Anticorrupción. Sobre el aumento del número de viviendas públicas, ofreció disponibilidad negociadora. Podemos exigió concreción. Continuará.

El armisticio, más formal que otra cosa, entre el Gobierno y Podemos molestó al PP. "Usted ha entregado a Podemos lo que queda de legislatura", interpretó la presidenta del primer partido de la oposición, Mercedes Fernández. "Cuando la gente quiere políticas moderadas, sin estridencias, usted se entrega a la radicalidad barata. Si no es capaz debe irse", entonó la portavoz popular. "Márchese", "váyase", le instó repetidas veces a Javier Fernández con el argumento de que Asturias no puede vivir "en la apatía y la desgana. 19 meses son muchos, si es una persona de honor, usted sabrá", apostilló la dirigente popular. El presidente acabó respondiendo: "No me voy a ir".

El síndrome del "pato cojo", expresión de raíz estadounidense que se utiliza para el retrato de un presidente en el ocaso de su mandato, cuando sabe que no será reelegido, vino al por momentos tenso intercambio de pareceres que ayer enzarzó más que de costumbre al presidente del Principado con el portavoz de IU. La metáfora la trajo al pleno Gaspar Llamazares, interpretándola con la intención de quien quiere espolear al pato renqueante, recordándole que cojo todavía "puede volar". Quería decir, y dijo, que observa en Javier Fernández "un liderazgo declinante y una gestión endogámica", "manifiestamente mejorable, muy irregular". El parlamentario de la coalición pasó de puntillas sobre el presupuesto y fue por momentos duro con la gestión y la actitud de su socio de investidura, recordándole que los votos de IU le dieron la presidencia, reprochándole que no mencionase el martes ni una sola vez los contenidos del pacto que allanó su acceso al cargo.

Se enfrentaron por la oficialidad del asturiano, de la que Fernández volvió a renegar agarrado a su programa electoral, y el portavoz de IU le afeó a su modo también la indolencia, el dejarse ir y el exceso de relax que habitualmente imputan al Presidente más a menudo desde las bancadas de la derecha. Volviendo al símil del pato, también le sugirió que los dos juntos "podemos apoyarnos y andar más articulados", aunque no equivalga eso, aclaró, a un hueco en el Gobierno. "No pretendo ningún consulado ni bicefalia". Marcando distancias con el "váyase" del PP, IU "no quiere que se vaya, sino que lidere el gobierno. Y es la hora de cambiar los modelos de gestión porque percibimos el estrés de los servicios públicos, el cansancio y la insatisfacción de sus trabajadores públicos y una cierta distancia crítica en la ciudadanía".

No hubo química esta vez. Javier Fernández -"algo cojo estoy, volar no voy a volar"- dejó ver cierto resquemor con IU, hasta llegar a subirle el tono a Llamazares. Le recordó que "fue usted quien dejó congelados los acuerdos de investidura", le acusó de instalarse en la "vetocracia" frente a su Gobierno y también reivindicó su estilo: "Cojo o no, no voy a renunciar a ninguna competencia de las que me corresponden, haciéndolo como lo sé hacer. Sin dar golpes en la mesa ni lanzarse a los periódicos a descalificar a nadie", donde esta última parte era una enmienda a los modos de hacer de la coalición en los últimos meses.

Con Llamazares cuestionando el cumplimiento del pacto de investidura -"se lo han tomado de manera muy relajada"-, con Fernández recordándole que la renuncia a la incineradora fue un guiño a IU enfiló el debate lo más bronco. Cristina Coto, portavoz de Foro, cargó de saña su discurso habitualmente beligerante y hurgó en la herida todavía supurante de "las rotundas censuras que usted ha recibido", le dijo al Presidente, "de sus propios compañeros de partido". Coto añadió eso a la segunda petición de dimisión de la jornada y a las ya habituales invectivas con todos los sinónimos de la "holgazanería", la "inoperancia" o la "indolencia". Cargó sobre las espaldas del Presidente "el quinquenio más desdichado que ha padecido Asturias en estos 34 años de etapa autonómica", y él lamentó una la "bufonada grosera" dedicándole la respuesta más breve de la sesión, renunciando incluso renunció a su último turno de réplicaa.

El resumen de siete horas con pocas respuestas lo hizo el portavoz de Ciudadanos. Fue, dijo Nicanor García, sobre todo "enredo político y ansiedad por conseguir titulares que otra cosa, más interés por mirarse el ombligo que por pensar en que haya presupuesto".