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LUIS MIGUEL MONTES ARBOLEYA | CRONISTA OFICIAL DE BIMENES, MÉDICO ODONTÓLOGO

Bimenes, en el centro del mundo

Había guajes de 12 años que entraban en la mina con nombre y edad falsificados y las empresas hacían la vista gorda

Luis Miguel Montes, en las majadas de peña mayor, cima de bimenes. FERNANDO RODRÍGUEZ

- Cuénteme una historia.

-Ésta es una historia minera, de enormes esfuerzos entre las montañas. Hasta mediados del siglo XX los mineros de Bimenes se iban andando hacia los pozos de los concejos limítrofes. Había mineros que tardaban más de tres horas en llegar. Se levantaban a las cuatro o a las cinco de la mañana para entrar al tajo a las ocho. Iban en alpargatas y madreñas de clavos por aquellas caleyas, lloviendo, nevando? Llevaban una vela dentro de una botella sin culo o un candil para ver por dónde iban, y un bocadillo para comer en el trabajo. A medida que pasaban por las aldeas se iban incorporando más compañeros a la caravana. Y así un día tras otro. Todos salían al alba y algunos regresaban al oscurecer.

Luis Miguel Montes Arboleya, es yerbatu, nacido en San Julián, que es el alter ego geográfico de Martimporra, la capital. Cronista oficial desde enero de 2016 de un concejo que fue minero y que ya no lo es. Hace poco más o menos medio siglo que cerraron las últimas minas del municipio, aunque los vecinos de Bimenes siguieron alimentando con mano de obra las explotaciones de otros puntos de Asturias. Alimentando también la leyenda negra de accidentes mineros.

"Mi madre, Manolita, regentaba una tienda de ultramarinos en el bajo de la casa familiar, vendía de todo: ropa, madreñas, sardinas salonas o cuchillas de afeitar. Tuvo el primer maniquí del pueblo. En mi casa se madrugaba, se comía a la una y media en punto y se cenaba a las siete y media".

Cuentan que en San Julián, hoy un remanso de paz excesiva, llegaron a convivir veinte bares, que la clientela minera recorría con la generosidad de quien no quiere hacer un feo a ningún chigrero. "De guajes nos llamaba la atención la ausencia de falanges en los dedos en algún minero, hasta que alguien nos dio una explicación: "Córtolos ena mina, encima una mamposta, con el hachu". Luego supimos que cada falange tenía un precio, y si cortaban el pulgar derecho ya se podían retirar".

Tabayes es un pueblo de ladera, de los de sube y baja, sin urbanismo definido, guapo y con una docena de hórreos centenarios. Allí, en uno de los pueblos punto de partida de los viajes de madrugada por los cordales camino de los pozos mineros, nació el filólogo Salvador Gutiérrez Ordóñez, académico de la Lengua. En Ordóñez, que tiene casina rehabilitada en Tabayes, se puede personalizar el espíritu generoso y abierto de un concejo mínimo, 32 kilómetros cuadrados, que en 1960 llegó a tener un padrón de más de 4.500 habitantes, y que hoy cuenta con 1.700.

"Entrar en la mina era como ganar el cielo. El campo apenas daba para vivir. Empezaban a trabajar pronto, como guajes, a los 12 o 13 años con el nombre y la edad falsificados, yo creo que las empresas hacían la vista gorda. Me contaron el caso de un hijo al que su padre no lo dejaba entrar en la mina. Aquel hombre murió en un accidente laboral, su cuerpo fue transportado hasta la casa familiar, y unos días después el niño se apuntó a la mina. Los yerbatos llevan carbón en la sangre".

Martimporra es, dentro del mapa sociológico de Bimenes, un terreno neutral. Al norte, San Julián; al sur Rozaes. En Martimporra se asienta el Palacio de los Marqueses de Estrada, de fines del XVII, con iglesia al lado, de estética inquietante, con una soberbia rejería original y una lápida sin muerto. El primer marqués, toda una fortuna amasada en el comercio con las Indias, está enterrado en Cádiz. Uno de sus hijos, Gerónimo de Estrada, viajaba a América cuando su galeón naufragó en 1708. Todos lo dieron por muerto pero reapareció al año siguiente por arte de magia. Episodio confuso que el náufrago, que nunca regresó a Asturias, no se preocupó de aclarar.

La Arquera, Mina Mari, El Pinganón y El Malatu fueron las últimas minas en cerrar a mediados de los sesenta. Aquella economía mixta de carbón y labranza había comenzado a quebrarse años antes, preludio de la sangría poblacional que aún perdura. Los mineros ya acudían a los tajos en autocares. Entre las madrugadas a pie y el traslado en autobús hubo una estación intermedia, el uso de camiones a los que al principio solo tenían derecho los picadores.

La infancia de Luis Miguel Montes, cronista de Bimenes, coincidió con el desarrollo de Hunosa. "Recuerdo ver pasar a los mineros delante de la tienda de mi madre, camino de la parada del autobús con el "fatu" bajo el brazo. Mi padrino Chuscu regresaba a las cuatro de la tarde en uno de aquellos autobuses, entraba en el bar, se ponía en una esquina, siempre de pie, y no salía hasta las nueve de la noche. En mi familia fue minero mi abuelo, el Nin de La Fontanina. Por motivos políticos estuvo preso en varias cárceles y luego se echó al monte. Estuvo fugao nueve años".

Desde las majadas de Peña Mayor, el punto más alto del concejo con 1.144 metros, se disfruta de un mundo. El Naranco, al Oeste, con Oviedo a sus pies verdes. Gijón, al norte, y el azul de la mar. Las tierras llanas e hiperurbanizadas de Siero y Llanera. Se ve el Angliru y, al otro lado, asoma Peña Mea. Por ese lugar cimero de Bimenes pasa la conducción de agua camino de Xixón. Estamos rodeados de vacas y caballos, pero la imagen sirve más para decorar un paisaje espléndido que para explicar la realidad económica del municipio. "De ganadería queda muy poco, ya casi nadie vive del ganado, que se ha quedado en algo testimonial".

Ernesto, el padre del cronista, fue alguacil del Ayuntamiento durante cuarenta años y "se conoce por nombre y apellidos a todos los vecinos del concejo". Ernesto Montes, todavía activo en su huertina familiar, es ejemplo de esa vocación ganadera local. Luis Miguel estudió en la escuela nacional de San Julián, con Pepe el Maestro. A los 11 años lo mandaron interno al convento de Corias (Cangas del Narcea), que estaba tan lejos de aquella que los alumnos volvían a casa por Navidad, Semana Santa y a final de curso. "Luego pasé a los dominicos de Oviedo para hacer sexto y COU. Me licencié en Medicina en Oviedo y en Odontología en la Universidad del País Vasco".

Bimenes es un microclima social e histórico, rodeado de cuatro municipios de más entidad territorial, Nava, Siero, Laviana y San Martín del Rey Aurelio. Sobrevuelan los buitres en Peña Mayor, uno de los mojones de esta Asturias central repleta de venas de asfalto. En las alturas de una tierra de entrañas minerales, Luis Miguel Montes apunta una fecha: "Fue el 31 de marzo de 1931, una tragedia en la mina Candanal, en el límite con San Martín del Rey Aurelio. De los ocho muertos, siete eran yerbatos. Fue el mayor tributo que pagó el concejo a la mina".

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