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ANDREW FUNK | Fundador de la asociación Emprendedores Sin Techo

"No es fácil ser un sintecho, pero es menos estresante que pensar y trabajar"

"El salario social está bien siempre que el que lo reciba realice un esfuerzo para devolver lo que se le ha dado; no vale el modelo de la caridad"

Andrew Funk, ayer, durante la presentación de su proyecto al Principado en Oviedo. LUISMA MURIAS

Andrew Funk es norteamericano y fundador de la asociación Emprendedores Sin Techo, un proyecto con el que ayudar a personas que viven en la calle a encontrar trabajo y reinsertarse a la sociedad. Pero con un modelo diferente, alejado de la caridad, en el que no encaja todo el mundo y en el que logra el éxito debe devolver a la asociación el dinero invertido en él. La idea surgió de su propia experiencia, de verse en la calle, sin nada. Estos días visita Asturias, invitado por la dirección general de Vivienda de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales, para que exponga su proyecto y buscar fórmulas de colaboración.

- Usted llegó a España en 2003 sin trabajo y sin papeles. Era un ilegal.

-Sí. Era joven y no sabía cómo iba eso. Era la primera vez que salía de mi país, de Estados Unidos, y cuando comprendí la situación pensé: ¿qué puede pasar, que me expulsen? Pues saldré en la CNN como el primer norteamericano que deportan de España. En lo único que pensaba era que quería trabajar.

- ¿Y cómo lo arregló?

-Monté una empresa, una academia de inglés, demostré que tenía facturación y me dieron los papeles de residencia.

- ¿Si se nace pobre se tienen todas las papeletas para morir pobre?

-No necesariamente, pero existe la pobreza generacional, o dicho de otro modo, el sueldo que tenían tus padres lo tendrás tú, simplemente porque el ser humano tiende a repetir roles.

- ¿Es posible salir de la indigencia?

-Cuando alguien me dice que es imposible yo digo que sí, que se puede. Los sintecho no son muertos en vida, y si los vemos así, sin oportunidades, es abandonarlos. Hay que cambiar el enfoque y creer que se puede mejorar, pero siempre que haya voluntad, recursos y personas que quieran trabajar.

- ¿Usted fue un sintecho?

-Fui un sinhogar y por muy poco un sintecho, pese a trabajar desde las siete de la mañana hasta la una de la madrugada y ganar 3.000 euros al mes. Un socio, por su mala gestión, me llevó a la ruina. Eso coincidió con el nacimiento de mi primer hijo, y la situación fue muy, muy complicada. Las peleas eran continuas, las deudas crecían... yo no quería que mi hijo viviera en ese ambiente, y me fui a buscarme la vida. Y entonces me encontré en la calle. Ganaba 3.000 al mes pero tenía que pagar 4.000. Así que la deuda seguía creciendo. Viví a costa de amigos y conocidos, y cuando ya iba a quedarme en la calle, una persona me abrió la puerta y me ayudó.

- ¿Cómo se pasa de una vida más o menos cómoda a ser un sintecho?

-Lo peor es no tener miedo a estar sin casa, creer que eres fuerte y que te dé igual tener un techo o no, porque así cavas tu propia tumba. Hay que ser constante, pelear cada día.

- ¿Su asociación recibe muchas solicitudes de ayuda?

-No ayudamos a todo el mundo. Hay que cumplir unos requisitos, y el primero es que esa persona quiera trabajar, que enfoque su futuro y que dé a conocer su historia. Porque la única manera de ayudar a alguien es si se da a conocer, comunicándose. ¿Por qué se va a ayudar a alguien que no se sabe quién es ni por qué está en esa situación? Y el segundo es que cuando logra ingresos, tiene que ayudar a la asociación reintegrando el dinero que se ha invertido en él, de tal manera que genera riqueza para hacer con otras personas lo mismo que con él.

- ¿Qué opinión le merece el salario social o renta básica?

-Bien siempre que el que lo reciba realice un esfuerzo, dentro de sus posibilidades, para devolver lo que se le ha dado. Vamos a ver, si una persona tiene una discapacidad del 33%, eso significa que tiene un 67% de capacidad con la que puede trabajar. Te puede faltar una pierna, pero tienes cabeza. Bien, pues ponla a funcionar en lugar de lamentarte. Lo más fácil es recibir una paga y olvidarte, no tener que pensar.

- Hay quienes dicen que los sintecho no quieren dejar de serlo.

-Se calcula que aproximadamente el 40% de ellos. No es cómodo vivir en la calle, pero una vez que te acostumbras tienes una rutina y unas garantías. Sabes adónde acudir a pedir ayuda en determinados momentos -comida, cama...- y cómo buscarte la vida. Y es menos estresante que estar dispuesto a esforzarte, pensar y trabajar. Y si recibes una ayuda a cambio de nada, te acostumbras a vivir así y no tienes más preocupaciones. Esto no vale. A nosotros no nos vale. No se trata de dar caridad, sino de hacer que la gente aproveche su talento, lo trabaje, enfoque su futuro y genere riqueza.

- ¿Han tenido algún éxito?

-En dos años, cuatro personas abandonaron la calle y están trabajando y con una vida normalizada, y estamos trabajando con otros doce. No garantizamos milagros, pero sí un enfoque diferente, para sumar, y que queremos compartir.

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