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Politólogo, profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Sevilla. Mañana hablará en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA acerca del modelo territorial de la II República española

Daniel Guerra Sesma: "Ciudadanos es el partido al que van a dirigirse cada vez más ojos, algunos muy influyentes"

"La realidad actual permite dar un paso más hacia el Estado federal, entendido como un desarrollo del autonómico"

Daniel Guerra Sesma. IRMA COLLÍN

Daniel Guerra Sesma, asturiano de Barcelona, un "charnego" nacido en la emigración, cómo él se define, es hijo de asturiano y aragonesa. Su padre era de Figueras (Castropol). Allí vivió siete años y tres en Oviedo, donde fue profesor de la Universidad. Lleva cuatro enseñando en la Universidad de Sevilla, pero sigue empadronado en Figueras, donde siempre le esperan un bote en el muelle y su madre. Mañana, miércoles, Daniel Guerra Sesma hablará en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA (20.00 horas) sobre el modelo territorial de la II República, al hilo de un libro que recoge textos de la época, del que es autor.

- ¿Cuál es su modelo territorial ideal para España?

-Dada su diversidad regional, el federalismo en un sentido amplio. Cualquier Estado compuesto y políticamente descentralizado, sin entrar en detalles.

- La II República no se decantó por el federalismo, tampoco por un modelo autonómico como el del 78, ¿error o acierto?

-Ahora, a diferencia de tiempos anteriores, esa diversidad está más equilibrada. Hay más ciudades importantes que generan economía regional, más igualdad entre territorios y más centros de poder político. En la II República no había ese equilibrio. Según indicó Jiménez de Asúa en la presentación del proyecto constitucional, no se entendió aplicable el federalismo, ni tampoco la regionalización política que proponía Ortega, porque implica una descentralización general del poder. La propuesta de Ortega es la que finalmente se impuso en el proceso constituyente de 1978, porque la realidad de España era otra. La situación actual permite dar un paso más hacia el Estado federal, entendido como un desarrollo del Estado autonómico.

- Es curioso que se insista tanto en hechos diferenciales cuando en todos los estados de Europa esas diferencias están presentes. ¿Nos miramos demasiado a nosotros mismos?

-La diferencia de España con respecto a otros países europeos es la presencia de los nacionalismos, más que una acusada variedad interna. En la mayoría de países hay diversidad regional, pero no nacionalismos, excepto en Bélgica, en el Reino Unido y, en menor medida, en Italia, donde la propia Liga Norte se está transformando bajo la dirección de Salvini en un partido estatal de derechas. Veremos cómo gestionan en Francia el nacionalismo corso, que ha recobrado fuerza por la alianza con los independentistas. Excepto en estos casos, no hay parangón con el peso de los nacionalismos en España, sobre todo el vasco y el catalán.

- ¿Qué diferencias más llamativas destaca entre el centralismo francés y el español?

-En España ya no se puede hablar de centralismo como proceso más allá de que las dinámicas de la globalización y de la Unión Europea favorecen la centralización, sobre todo económica. De hecho, ésta es una tendencia histórica de los propios estados federales, por la llamada "teoría de los poderes implícitos", nuevas competencias que asumen los estados y que recaen en los poderes centrales. En la Unión reconocemos las competencias implícitas, que no son inicialmente atribuidas por los estados miembros. En Francia ha habido una descentralización administrativa. Las regiones tienen sus consejos y sus asambleas, con menos poderes que las comunidades españolas, sobre todo en materia legislativa. La descentralización política en España es equiparable, e incluso superior, a la de muchos Estados federales. Ninguno tiene un concierto económico como el del País Vasco y Navarra.

- Algunos sectores del independentismo piden "descentralizar" Barcelona. ¿Hay más de una Cataluña y no nos hemos dado cuenta?

-Siempre la hubo, pero pocos quisieron reconocerlo. La idea de "un sol poble" es bienintencionada, pero no real. En el fondo siempre ha habido una división cultural y lingüística, que se ha reflejado en la política; antes, con Pujol y el tripartito, entre nacionalistas y no nacionalistas; ahora, entre independentistas y no independentistas. En el fondo, siempre ha habido dos Cataluñas, la catalanoparlante y la castellanohablante, que se han relacionando y en parte mezclando. Era división, no fractura, no llegaba al extremo de Bélgica. La política actual sí ha abierto esa fractura, porque la Cataluña no nacionalista toleraba el nacionalismo de Pujol, pero no que la separen de sus familias. En estas elecciones se ha manifestado también la división que hay entre la Cataluña rural y la urbana, más nacionalista y catalanohablante la primera y más bilingüe la segunda, que si antes votaba mayoritariamente al PSC (sobre todo en las generales), ahora lo hace por Ciudadanos.

- ¿Tabarnia es una opción o una mera distracción?

-De momento es una ocurrencia, pero destapa esa realidad urbana distinta de la rural, sobre todo en los aspectos cultural y político. Sin duda, el gran problema para conseguir el pleno dominio social tanto del nacionalismo antes como del independentismo ahora es su escasa penetración en el área metropolitana de Barcelona, así como en Tarragona. Ahí vive más de la mitad de la población catalana, pero es una realidad poco permeable para el nacionalismo. Ojo con lo de Tabarnia, porque el artículo 144 de la Constitución lo podría permitir. La ley de Claridad canadiense, por su parte, indica en su último artículo la posibilidad de negociar el cambio de fronteras.

- ¿Si tuviera que pronosticar el futuro político de Cataluña de aquí a unos meses?

-Ni siquiera puedo pronosticar el de los próximos días. Lo primero es ver cómo se constituye la Mesa del Parlamento, y después quién se presenta candidato a la investidura, en qué condiciones y si obtiene mayoría para formar Gobierno. Todo ahora es incertidumbre.

- Resultados preocupantes.

-Apuntan a un bloqueo. Los independentistas tienen mayoría para formar Gobierno, pero no para gobernar, según lo hecho hasta ahora. Además, habrá que ver si se ponen de acuerdo, porque la situación de sus dos máximos dirigentes, Puigdemont y Junqueras, no es la misma, y eso puede abrir una guerra interna. Ciudadanos ganó, pero no lo suficiente para formar Gobierno. Y sigue vigente el 155 hasta que no se aclare el panorama. La perspectiva de nuevas elecciones no es descabellada, aunque tengo dudas de que resolvieran algo. Ante la persistencia del voto independentista y el crecimiento insuficiente de Ciudadanos, la situación puede enquistarse indefinidamente.

- ¿El batacazo del PP y el ascenso de Ciudadanos es extrapolable al escenario español?

-No tanto como en Cataluña, pero puede haber un crecimiento de Ciudadanos a costa del PP. Es el partido al que se van a dirigir cada vez más ojos, algunos de ellos muy influyentes. Ciudadanos puede crecer también, en parte, a costa del PSOE, al que le puede frenar un cierto ascenso a costa, a su vez, de Podemos. En el tema territorial, cada vez más dominante, Ciudadanos tiene un discurso más claro que conecta con un amplio sector de la opinión pública. El PSOE tiene un discurso difuso en esta cuestión. Lo de "nación de naciones" es poco comprensible para una buena parte de la sociedad. En cambio, el de Podemos es muy claro, referéndum pactado y Estado plurinacional. El problema es que es minoritario, y cuanto más insista en él, menos apoyos tendrá.

- La socialdemocracia pierde peso, a la par que la Unión Europea reafirma sus políticas liberales, ¿es la senda correcta?

-La socialdemocracia debe superar el marco del Estado-nación y proponer cosas concretas para Europa. Fue una ideología válida para el ámbito nacional en el periodo de reconstrucción de Europa, tras la II Guerra Mundial, cuando los estados se estaban recuperando con autonomía fiscal, fuertes sectores industriales, una clase obrera más numerosa y con la fórmula exitosa del Estado del bienestar. Ahora ese ámbito se ha transformado y la socialdemocracia parece desorientada, o se adapta al nuevo ámbito europeo o irá languideciendo.

- Compleja encrucijada...

-El problema es que dentro de la UE, con una política económica definida en los tratados y dirigida por el Consejo y la Comisión, plantear otra distinta es complicado. El principio es el del mercado interior, el equilibrio presupuestario y la economía competitiva y abierta. Hay pocas opciones para la intervención estatal y pública en aras de la igualdad. Sólo una mayor "estatalización" de la Unión podría dar cancha a la socialdemocracia. Para eso, las instituciones centrales, la Comisión y el Parlamento deberían tener más poder. Eso los estados no van a facilitarlo porque quieren seguir decidiendo en el Consejo. Más importante que la organización federal de España es la organización federal de Europa. Ahí se decide realmente nuestro futuro.

- ¿Qué encaje tendría en Bruselas una república catalana?

-Ninguno. La Comisión y la mayoría de estados que se han pronunciado han dicho claramente que a un territorio que se separa de un Estado miembro, aunque sea de forma pactada, se le dejan de aplicar los tratados. Otra cosa es que si no hay veto del Estado predecesor pueda ingresar posteriormente en la Unión. Pero ese proyecto no tiene encaje actual en la Unión.

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