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Catedrático de Derecho Constitucional de la Complutense

Eloy García López: "El derecho a decidir no existe, viene de Carl Schmitt, principal teórico del nazismo"

"Ha pasado el tiempo de reformar la Constitución; ahora tenemos que reconstruir la vida colectiva"

El catedrático Eloy García López. IRMA COLLÍN

El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense Eloy García López es conocido por haber difundido las ideas y valores republicanos en España, lo que no le impide identificar los riesgos del actual modelo constitucional e incluso calificar de "irreprochable" la intervención del Rey ante la crisis secesionista. Ayer ofreció una charla en el salón de plenos del Tribunal Superior de Justicia, organizada por la Academia Asturiana de Jurisprudencia. Para García López, "el derecho a decidir no existe" y el instrumento del referéndum no es adecuado en democracia, donde se trata de integrar antes que vencer. Para el catedrático, ha pasado el momento de reformar la constitución y se trata más que nada de "reconstruir la vida colectiva".

- Dice que el modelo constitucional implica lealtad.

-No consiente duplicidades. Implica que las palabras no pueden ocultar los fondos. No puede haber imposturas. Ahora vemos cómo se están utilizando las formas democráticas para destruir la legitimidad del sistema. Por un lado, se esgrime el derecho a decidir, que no existe, o que se puede elegir un presidente de forma virtual, sin acudir al Parlamento, cuando el Parlamento es el lugar donde se debate, o gobernar por Skype. Es un absurdo inadmisible. Pero los que estamos en el lado constitucional debemos ser leales a la Constitución. La democracia no es un simulacro, es una forma de vida y de entender la política. Ahora vemos a los partidos inmersos en una lucha de poder y no hay debate sobre los problemas fundamentales, como las pensiones o la fiscalidad.

- ¿No hay derecho a decidir?

-Es una barbaridad que viene del principal teórico del nazismo, Carl Schmitt. El referéndum no es adecuado para la democracia, en la que no gana quien vence, sino quien convence. Nuestra Constitución admite la pluralidad, la diferencia de posturas, que es un hecho positivo. La democracia consiste en ir debatiendo y buscando posturas comunes sobre un asunto. Y eso no es decidir. El acuerdo es integración. Por eso la Constitución establece mayorías reforzadas para reformarla. El referéndum no resuelve nada. Es A o B, puro maniqueísmo. Estás en España o fuera de España. En democracia se acuerda un punto aunque no se esté totalmente de acuerdo. La democracia nunca está madura. Es el más pesado y lento de los sistemas.

- Presentan el conflicto como un choque de soberanías.

-La soberanía catalana no existe en ningún lado. Son conceptos del siglo XVI aplicados al siglo XXI. ¿Quién es soberano en la UE? España se "desindependizó" cuanto entramos en ella, nos sometimos a los acuerdos de la UE. Los independentistas han generado espejismos, ayudados por los medios virtuales, como si fuese posible en nuestro mundo formar una isla. Y el Gobierno ha sido incapaz de explicar un proyecto claro y ha perdido la batalla de la cultura. Desde la crisis, hemos vivido una deslegitimación de la política, y ante eso, la gente se agarra a un clavo ardiendo, como es la identidad, con todo su simplismo. No hay solución, como no sea separar Barcelona piso por piso.

- Escribió hace unos años sobre la neutralidad del Rey. ¿La rompió con su discurso a la nación?

-No hay que confundir neutralidad con neutralización. El sueco, por ejemplo, es un rey neutralizado. Es una figura puramente decorativa. No es jefe de las Fuerzas Armadas. No ocurre lo mismo con el Rey de España. Es un Rey constitucional, no puede permanecer al margen de la defensa de la Constitución. Sin ella, pierde su fundamento, queda sin legitimidad. Tiene además la potestad constitucional de hablar. Con su discurso, ha marcado una línea de conducta. Es irreprochable esa defensa que hizo de la Constitución frente a la trampa tremenda de quienes se aprovechan de los derechos para destruirlos, como hizo en su día Adolf Hitler, que ganó unas elecciones para luego eliminarlas.

-Entonces, ¿cómo se soluciona el problema catalán?

-Pues con consenso, porque la sociedad está dividida por la mitad. Hay que llegar a un punto de encuentro, quitar importancia a este asunto y dialogar dentro de la Constitución. Por eso puede servir de algo la comisión de reforma de la Constitución, que ponga límites al Estado y deje claro que no podemos dar lo que no tenemos. Por ejemplo, España no tiene soberanía fiscal.

-Se apela a la reforma constitucional como la panacea.

-Mi tesis, que no es compartida por mucha gente, es que ha pasado el tiempo para reformarla, debió hacerse antes. Ahora los problemas no atañen tanto a la Constitución como a la vida colectiva, tenemos que tratar de reconstruir esa vida colectiva, porque hemos exacerbado los factores formales y no hemos respetado los fondos.

-Un mensaje negativo.

-Lejos de mi intención, todo lo contrario. Creo que el país va bien. España ha resuelto grandes problemas. Uno de ellos, las tensiones entre inmigrantes pobres y poblaciones autóctonas ricas, está provocando un enfrentamiento sordo a nivel mundial. En Francia hay una guerra civil larvada por este motivo. En Gran Bretaña, ha sido una de las razones del "Brexit". En Alemania, en Italia y en Estados Unidos está causando un gran problema. España y Portugal son los únicos en los que se está observando una integración de esa población inmigrante, parte de la cual participa de nuestra cultura. Más importante que modificar la Constitución, que cambiar algún artículo o poner otros, lo que debería preocuparnos es la reforma de la educación, de nuestra Universidad, que está muy mal, de la enseñanza básica; también reforzar nuestros servicios sanitarios, garantizar el sistema de pensiones... La reforma de la Constitución no es lo que solucionará nuestro problema actual, que es la gran pobreza del debate político, un problema de conciencia, de falta de sinceridad en la vida pública.

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