Noel va a tener que quedarse. Su camión acaba de dejar diez vacas y dos crías en una ganadería de la Venta Quildán, en Tineo. Las trae de Pola de Siero y la idea era cargar otras para llevarlas hasta Ávila, pero a eso de las dos de la tarde el tiempo ya le ha convencido de que va a ser mejor no salir en el día. Ayer llegó, pero "tal y como está todo", dice señalando todo el blanco que le rodea, "no me puedo arriesgar a quedarme en la carretera con los animales. Tengo que asegurar el viaje", remata con una sonrisa para el mal tiempo.

Noel Camblor, camionero de Nava, se queda en Tineo esperando a que escampe. Perderá un día, pero no será sin haber recibido pruebas de que siempre, a pesar de todo, la vida encuentra el camino para abrirse paso. Justo después de liberar a los animales del camión, él y los ganaderos Roberto y Francisco Javier Fernández se han visto sorprendidos por el parto de una de las vacas entre la nieve abundante del prado anexo a la cuadra. El nacimiento de un ternero no ha esperado a que el cielo deje de descargar una ventisca que eclipsa la vista y hace que el perfil de la villa de Tineo ya sólo se intuya a lo lejos.

La vida cotidiana también ha adquirido la costumbre de seguir adelante aquí donde esta nevada y otras similares forman parte del paisaje habitual del invierno, aquí donde la nieve sube todavía más el peaje de vivir y trabajar a este lado de la Asturias menos asistida. Ayer, no obstante, también en esta zona daba la impresión de que hacía tiempo que no caía tanto y, sobre todo, durante tanto tiempo. Graciela Fernández echa cuentas delante de la nave de su empresa en el polígono de La Curiscada, embutidos La Aldea, y concluye que "llevámos unos cuantos años sin que nos cayera una nevada así". Su "así" se refiere a la cantidad y a la duración, al volumen de la nieve que ha cuajado delante de su puerta y a la persistencia del temporal que promete no dejarlos tranquilos en lo que queda de semana. Lo peor de este episodio complejo que envuelve Asturias en frío y nieve empezó el viernes, pero con el fin de semana en el medio los problemas en La Curiscada no emergieron hasta ayer. Son más de sesenta empresas a unos setecientos metros de altitud, con su tráfico abundante de camiones, y cuando la nieve llega y amenaza con quedarse unos días "nos colapsa el polígono". Mientras ella habla, al fondo le ofrece las pruebas un tractor que se afana en liberar a un camión atascado entre la nieve del acceso Norte del área industrial. Arrecia una de las intermitentes chubascadadas de nieve que enturbian la vista.

Y eso que a ella le gusta la nieve, confiesa Graciela. Y a su hija y a su sobrino, más. A Lía López Fernández y Hugo Fernández Bravo, que no han tenido clase, aún les abulta poco la nieve con la que construyen "un muro" al otro lado de la calle del polígono donde se levanta la fábrica. Aquí, la nieve es sólo un impedimento más adosado a la decisión de quedarse a tratar de ganar riqueza para el occidente olvidado y rara vez impide avanzar, pero sí obliga a un redoble en el esfuerzo: los camiones de reparto han salido a las seis de la mañana "con cadenas" y después de ganarse la salida paleándosela a mano. "Cuando pasa esto, ya se sabe lo que hay, madrugar más y tener paciencia", se resignan David Pérez y María Fernández mientras atienden en la tienda de la cooperativa Campoastur en La Curiscada a una clienta que se lleva un trineo. Él viene de Santiago de Cerredo, a sólo 23 kilómetros que ayer eran particularmente difíciles, y la hora de retraso en su entrada también forma parte de las servidumbres del trabajo en este lugar de la Asturias de inviernos recios donde a veces la permanencia roza la heroicidad: ayer, en algunos puntos de Tineo y del occidente también se fue la luz y la cobertura de todos los móviles? Nieva fuerte y asoman tímidos rayos de sol a ratos. En Tineo, que hoy bien podría llamarse trineo, las aceras de la avenida del Conde de Campomanes son cosa de Dumitru Balea y Gabrila Chidric, dos rumanos que son parte del refuerzo subcontratado por el Ayuntamiento para abrir paso a los peatones a paladas de nieve.

Incluso aquí sorprende la persistencia que se anuncia para este temporal que amenaza con no parar en más de una semana. En El Pedregal, al borde de la carretera AS-216 que lleva a la capital tinetense, Juan Carlos Sanz, jubilado de la mina en El Bierzo y por eso curado de los espantos del invierno, palea la nieve del camino a su casa. Su vecino José Antonio Alfonso ha desistido de bajar a abrir su mueblería en Cangas dl Narcea, Decoré. La quitanieves pasó a un horario incompatible con el suyo y no se arriesga con la nieve y, sobre todo, con el hielo. "Me da pánico".