"Era un chaval luchador y fue una noche fatídica". Las palabras las pronuncia Emilio Fernández Rodríguez, que cuando se produjo el fuego en el número 3 de la calle Río Magostales estaba durmiendo profundamente, porque toma pastillas para poder pegar ojo. El fallecimiento de Rubén Fonseca Patallo ha dejado un gran vacío entre sus conocidos y allegados. Muchos no podían, ayer, evitar emocionarse por su fatal desenlace. Le recuerdan como un hombre muy servicial y trabajador. Fonseca, de 41 años de edad, empresario autónomo, tenía un negocio de instalación de pladur, "Decoraciones Rubén", al que dedicaba buena parte de su jornada. También era aficionado a las motos. "Hará unos seis meses que no cogía la suya; le decíamos: 'Hay que trabajar menos, Rubenín'", rememoraba ayer uno de sus compañeros de promoción.

Benedicta Fernández regenta el bar anexo al edificio del suceso y únicamente tiene buenas palabras para Fonseca y su familia: "¡Bufff! Ayudaba a todo el mundo, era muy trabajador; le vamos a echar en falta". Su hija insiste en que era "muy servicial y estaba para lo que lo necesitaras. Era el primero en hacerlo todo". En el barrio todos les identificaban como "una familia modelo, siempre unida y juntos".

La hermana de José María Rodríguez también vive en el inmueble. Lo sucedido, repite una y otra vez, "fue una fatalidad". Del fallecido afirma que era "un chico muy serio, trabajador, buen padre? son pocos los adjetivos para él. Es un palo", reflexiona Rodríguez sobre la trágica madrugada en El Berrón.

Gabino Rodríguez vive unos bloques más allá y ayer por la mañana hacía memoria con Emilio Fernández de lo ocurrido. "No me enteré hasta por la mañana, cuando vino el panadero", apuntó el primero.

La madre y abuela de Ylenia Álvarez, son vecinas de puerta de Rubén Fonseca. Su piso es el tercero C. "Me llamaron a las tres de la mañana y como no podían bajar a mi abuela, ellas quedaron en casa, y fue lo mejor que les pudo pasar", explica la mujer, quien continúa su relato argumentando que "hubo una estampida de fuego justo cuando estaban bajando los de la tercera planta". El fallecido, además de vecino, era primo de la madre de Ylenia Álvarez, por lo que le conocían bien. Esta última le recuerda, con emoción, como "encantador" y no duda en calificarle como "el valiente del edificio", pues "era el que siempre se preocupaba por todo". No es de extrañar que fuera "muy querido" en el barrio.

El coche de la mujer de Rubén Fonseca continuaba ayer por la mañana estacionado en la calle Magostales de El Berrón. Habían llegado a casa, según recuerdan sus vecinos, el domingo a las diez y media de la noche. Con las niñas. Como siempre, todos juntos. "¿Quien se iba a esperar esto? Aún no nos lo creemos", acertaban a decir en los comercios próximos al lugar de la tragedia.