Hubo ataques de ansiedad, intoxicaciones por humo y muchos nervios. "No veíamos nada, era un infierno. No nos dio tiempo ni a coger un pañuelo". Con estas palabras y lágrimas en los ojos resumía Félix Lomo, vecino del tercer piso del número 3 de la calle Río Magostales del Berrón, la dramática situación que vivieron la pasada madrugada. "Oímos ruido en la escalera, pero no veíamos nada", continúa el vecino: "Fue mi hijo quien nos avisó que estaban desalojando a los vecinos porque había un incendio".

En algunos casos fue necesario que los bomberos derribasen la puerta, ante la falta de respuesta, para abandonar la vivienda y garantizar así que no hubiera más heridos. Hubo vecinos que no fueron conscientes de la actividad de las fuerzas de seguridad por la escalera hasta el último momento. "A mí tuvieron que despertarme, si no es por eso, ahí me quedó", rememora Emilio Fernández. Los propietarios del inmueble -de cinco plantas, con seis pisos en cada una de ellas- fueron advertidos del peligro y desalojaron la finca ayudados por las linternas de bomberos y los móviles. "Había mucho humo, no se veía nada", explicó Fernández. Olga Canal era el rostro de la desolación a las puertas del edificio. "Escuché ruidos y pensé que era el camión de la basura pero había un muerto y una niña grave. La gente está destrozada", relataba Canal con las primeras luces del día. "No hay palabras para explicar esto", agregó.

"Bajó con la neña corriendo a la calle, y mira qué tragedia", coincidían muchos en su balance del incendio que se llevó por delante la vida de Rubén Fonseca y deja herida grave a su hija de 5 años. Hay quien todavía no se explica cómo Aurelia Suárez, la octogenaria que permanece ingresada en el HUCA, bajó tras la familia del tercer piso con tanta premura. "A las siete de la mañana todavía olía a humo", relataban en la finca. La presencia de vecinos con bolsas evidenciaba el traslado forzoso que vivirán muchos de ellos en los próximos días.