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Cuarto de fanega

Asturias, otro desierto rural

El campo asturiano necesita más que agricultura y ganadería para resurgir

Asturias, otro desierto rural

El despoblamiento que ataca con especial dureza al campo no es un fenómeno exclusivo de Asturias, ni siquiera de España o de Europa. Más bien se trata de un comportamiento que llega a todos los rincones del mundo "desarrollado".

La enfermedad es la misma, pero las recetas para combatirla deben ser diferentes. Las peculiares circunstancias geográficas y orográficas de la región hacen necesaria una estrategia en la que la agricultura siempre esté presente, combinada con otras actividades. Parece una solución sencilla y lógica, pero en muchas zonas de Francia, por ejemplo, no es necesaria. Las buenas comunicaciones y la estructura social de los núcleos urbanos permiten la supervivencia de núcleos rurales a los que los agricultores y ganaderos acuden cada mañana a trabajar, como quien va a una oficina cualquiera. Algo así no sería posible en Asturias y si lo fuese significaría el fin de la región tal como la conocemos. El paisaje y el entorno perderían toda su naturalidad. Por eso es necesario algo más que agricultura y ganadería para revitalizar el campo. El turismo rural no ha sido la panacea, pero sí, tal vez, la implantación de microempresas ligadas a la artesanía y a los alimentos de calidad. En esa liga sí puede competir Asturias; donde no puntuará es en el campeonato de regiones y países en los que el ganadero se ha convertido en una nueva clase de funcionario. A partir de 2020 la UE pondrá dinero para financiar el desarrollo de las zonas rurales. Asturias no puede permitirse perder un tren que tal vez sea el último, esta vez de verdad.

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