"Seguimos viviendo en una Universidad demasiado encorsetada y poco flexible, sujeta a legislaciones continuamente cambiantes, por lo que hacerse un hueco en ella depende del momento, de las circunstancias concretas, pero nunca de la previsión razonada y sosegada". Quien así habla es el catedrático de Química Analítica Agustín Costa. Su grupo ha tenido la suerte de poder incorporar a un investigador con contrato "Ramón y Cajal", Alfredo de la Escosura, formado en la Universidad de Oviedo que ha desarrollado buena parte de su carrera profesional en el Instituto de Catalán de Nanotecnología. Vuelve a casa, por tanto, y su maestro celebra que ahora tenga más fácil su acceso a profesor de la Universidad donde creció como químico. "La suerte, el azar, el estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado, es la historia que predomina para acceder a una plaza fija en nuestra Universidad", subraya Costa. "Afortunadamente", continúa el más joven, "las perspectivas de estabilidad para los 'Ramón y Cajal' son muy esperanzadoras".
Alfredo de la Escosura Muñiz se fue de Asturias hace doce años, y cree que debería existir "una mayor presión para la renovación del profesorado". Esa renovación, apunta Costa, "se ha ido haciendo a saltos, coincidiendo con jubilaciones y muy poco con las necesidades reales. Siempre a través de la improvisación y el 'tapar agujeros' ha sido la forma de acceso". Si bien en los últimos años su discípulo ha estado más alejado del sistema universitario pues se ha volcado en el desarrollo de biosensores basados en nanomateriales para aplicaciones en biomedicina, reconoce que el nuevo sistema de acreditación de profesorado implantado por el Ministerio es "más exigente" pero confía en que sea también más justo con los méritos de los investigadores.
En este punto dice Agustín Costa que los valores que deben ser tenidos en cuenta para acreditar a un profesor universitario han sido con demasiada frecuencia susceptibles de cambios. "Eso despista y desespera a los posibles aspirantes, ya que nunca nadie ha tenido suficientemente claro cómo debería hacerse una carrera universitaria", afirma rotundo. "En mi opinión, el modelo de acreditación debería de ser exigente y fundamentado esencialmente en la calidad docente e investigadora del candidato y nunca debería de ser contemplado como mérito de promoción las labores de tipo administrativo", continúa en su argumentación.
No obstante, en lo que se refiere a la investigación y docencia en Química, Costa celebra la calidad que existe en Asturias, "que debería sentirse orgullosa de su Facultad de Química. Se realiza una muy buena investigación, igual que la docencia, en todas sus áreas. Se encuentra entre las primeras de España". Aún así, el catedrático lamenta que la sociedad actual, "capitaneada por sus políticos, ni escucha ni cree en el conocimiento que, además de servir para formar a nuestros jóvenes, realizar investigaciones de gran repercusión, genera riqueza y empleo". De la Escosura, que ha vivido en el otro lado de la I+D+i, la de los centros de investigación, subraya que hace falta un esfuerzo desde la parte pública pero también desde la empresa privada para que la investigación tenga la repercusión esperada. "Las instituciones deberían ser conscientes de los beneficios de invertir en investigación a medio-largo plazo", recalca el joven, que en junio completará su vuelta a Asturias.
El nuevo miembro del grupo de Agustín Costa indica que en los ámbitos en los que se ha movido en los últimos años "se ve a la Universidad de Oviedo con gran admiración. Trabajan referentes a escala internacional en las áreas de Química y Biomedicina que hacen que esta Universidad sea conocida mundialmente". De la Escosura reconoce la desventaja que supone frente a centros dedicados en exclusiva a la investigación, compaginar docencia con I+D. "Desde mi punto de vista tiene mucho mérito hacer investigación de excelencia en la Universidad", sentencia.
Su maestro lamenta que no se apueste como es debido por las becas predoctorales o por realizar un apoyo sostenido en el tiempo a la investigación, sin vaivenes. "Hoy, como ayer, el investigador sigue viviendo a salto de mata, con incertidumbres y con la inseguridad sobre la continuidad de aquellas líneas en las que está trabajando", razona Costa. A su juicio, lo mejor de la investigación que se realiza en la Universidad asturiana son las personas que trabajan en ella "porque sin grandes apoyos institucionales traen dinero. Llama la atención que el número de publicaciones científicas no haya decrecido con los años; eso indica la gran vocación y entrega de los investigadores de nuestra Universidad".
Costa, que fue candidato al Rectorado en las pasadas elecciones donde se impuso Santiago García Granda, con quien comparte departamento y vecindad de despacho, defiende que una sociedad avanzada como la nuestra, tiene la obligación de fundamentar su progreso en el conocimiento. "Esto ya es una realidad en muchos casos, ya que yo mismo he participado en la creación de cuatro empresas spin-off de nuestra Universidad y ello ha traído consigo la creación de más de treinta puestos de trabajo de calidad". Ese hecho le lleva a una segunda reflexión sobre el funcionamiento del sistema universitario: "Estoy convencido de que Asturias podría mejorar económica y socialmente si se apoyara a los investigadores y se abrieran caminos en este sentido. Pequeños estímulos podrían traer resultados espectaculares", concluye el catedrático que acaba de regresar de Panamá con un proyecto para el Ministerio de Desarrollo Agropecuario para la detección de pesticidas tanto en frutas como en agua de riego.
