Un policía infiltrado se hizo amigo por Facebook de Abdellah Ouelji Lafsahi, el yihadista de La Calzada que cayó en 2016. Desde junio de ese año, el agente fue tejiendo su trampa para desenmascarar a este marroquí nacionalizado español de 34 años que se dedicaba a adoctrinar al servicio del ISIS o Estado Islámico, pero que no podía ir él mismo a la guerra: "Ojalá pudiera ir yo, hermano, pero ya sabes que tengo familia que mantener y mis padres me necesitan", le dijo al agente. En septiembre de ese año, sería detenido. Este miércoles será juzgado en la Audiencia Nacional. La Fiscalía pide para él 13 años de cárcel por integración en banda terrorista, adoctrinamiento y exaltación del terrorismo.

Ouelji, casado y con dos hijos de 7 y 9 años, se pasó al lado oscuro en 2009, cuando comenzó a publicar en internet contenidos yihadistas, utilizando diferentes perfiles. Se presentaba como militante del Dáesh o Estado Islámico y se dedicó a publicar material relacionado con este grupo terrorista para reclutar y adoctrinar a musulmanes.

El 11 de septiembre de 2016, la Policía encontró, en el registró su piso en la calle Venezuela de Gijón, vídeos del Dáesh y de los atentados del 11-S en Nueva York, con amenazas a los Estados Unidos. En una tableta, tenía además un acceso directo a un foro del aparato de comunicación del Dáesh que exige para entrar un usuario y una contraseña.

El agente infiltrado, utilizando una identidad supuesta, recibió una solicitud de amistad del acusado en junio de 2016. Unos meses después, en septiembre, el agente le comunicó que estaba planeando un viaje a Turquía y le preguntó si conocía a alguna persona dispuesta a unirse al Dáesh. "Salam aleikum, hermano, que tengas un buen viaje, inshaallah. No hermano, no conozco a nadie, ojalá pudiera ir yo, pero ya sabes que tengo familia que mantener y mis padres me necesitan. Bueno hermano, espero que Allah te facilite el viaje", respondió Ouelji.

Para el fiscal, Abdellah Ouelji era un "soldado virtual" que trataba de conferir una "imagen legendaria" de sus miembros, "dotando de legitimidad sus acciones, al amparo de la manipulación de ciertos preceptos religiosos". Con su actividad, abunda el fiscal, pretendía reclutar nuevos miembros, captar nuevos adeptos y obtener fuentes de sustentación para el Dáesh.

En su página de Facebook tenía una bandera de la Yihad acompañada del texto: "Daremos honor a Alá, sin él viviremos en la humillación". También publicó una lista de reproducción de fotografías en las que aparece un templo religioso y un hombre con el rostro cubierto apuntando con un subfusil y portando un brazalete del Dáesh. En un disco duro de ordenador constaban entradas a la plataforma de Youtube "de forma compulsiva" buscando vídeos de acciones armadas del Dáesh y en otro recogía vídeos con ejecuciones y se anunciaba que los hijos de los infieles serían vendidos como esclavos. El acusado conservaba además un archivo con imágenes explícitas de entrenamientos militares, manejo de armas y operaciones de martirio.

Ouelji no tenía armas en casa, salvo una pistola de bolas de apariencia muy realista. Tras su detención, la Policía asturiana indicó que se trataba de un hecho aislado, aunque las investigaciones a radicalizados han continuado de forma estrecha.