Bibliotecas populares, bibliotecas municipales... Y tras la guerra el Centro de Coordinación de Bibliotecas. "No había una región española con las mismas prácticas de alfabetización que tenía Asturias, y no había en España una biblioteca como la del Ateneo Obrero de Gijón, con 15.000 volúmenes en 1936". La guerra se la llevó por delante.

El historiador Ángel Mato participó ayer en la primera de las Jornadas de Historia de la Educación en Asturias, que fueron abiertas en el RIDEA y que tendrán su continuación el próximo martes.

La gran actividad de este tipo de bibliotecas populares que proliferan en el Principado a finales del XIX y tienen gran éxito en el primer tercio del siglo XX, da idea de lo que leían los asturianos y el volumen de actividad.

En los años veinte los grandes nombres eran por este orden (de petición de préstamo), Blasco Ibáñez, Pérez Galdós y Palacio Valdés. Un cuarto de siglos después, en torno a 1950, Blasco Ibáñez y Galdós seguían estando a la cabeza de las preferencias junto a Palacio Valdés, pero además aparecían Pérez de Ayala y Pio Baroja, y unos jóvenes Cela, Delibes y Gironella.

En 1927 cada socio del Ateneo Obrero de Gijón retiró una media de 29 libros a lo largo de ese año. Lo hacía para él o ella pero también para su familia o incluso vecinos.

Ángel Mato aseguró que "el siglo XX fue el de la escuela y el libro, y me pega que el siglo XXI no va a ser de ninguna de las dos cosas".

La pedagoga Aida Terrón habló del callejero gijonés y de la presencia de maestros y conceptos educativos en él. "La educación no está en las calles de Gijón", en cuyo callejero hubo muy poco nombre femenino.

La jornada la inició el historiador Marcos Rodríguez sobre Llingua y Educación.