Myriam MANCISIDOR

Los avilesinos viven estos días con sentimientos de pasión, con fervor y recogimiento. Ayer lo demostraron. Fue durante el paso de las imágenes del apóstol San Pedro y de Jesús atado a la columna, azotado por los judíos. El cortejo de la Cofradía del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro partió de la capilla a ritmo de tambor flanqueado por cientos de personas. Eran poco más de las ocho y media y el cielo amenazaba lluvia. Los cofrades, de hábito blanco, capa y capuchón rojo, dedicaron un minuto de silencio a un compañero fallecido. Luego iniciaron la procesión. La comitiva, lenta pero rítmica, avanzó por la calle Rivero hasta El Parche. Entonces comenzó a llover. Eran, según el párroco Ángel Garralda, las «lagriminas» de San Pedro. Los avilesinos aguantaron pese a todo. Y los guajes de Rivero -como se conoce a esta cofradía por el gran número de niños que participan- elevaron la vista al cielo. La Banda de Música «Villa de Avilés» dejó de tocar.

La comitiva siguió por San Francisco y la plaza de Álvarez Acebal, más desangelada de público que años atrás, donde Garralda pronunció el tradicional sermón desde un balcón de la casa rectoral. El párroco se mostró enérgico en el tono y lanzó su mensaje dirigido a los más jóvenes de la Cofradía del Santísimo Cristo de Rivero. «Estáis en lo mejor de la vida, pero gastadla en ideales sublimes: aprended a volar muy alto y no os entretengáis en vano», sentenció. Y añadió: «Habéis nacido para ser águilas, buscad hasta encontrar la perla preciosa del Evangelio». El párroco de la iglesia de San Nicolás de Bari inició así un sermón en el que criticó el aborto y el uso de la píldora poscoital. «Pretenden apartaros de la verdad y alejaros del Dios de los vivos, pretenden alejaros del conocimiento de Cristo: Él, que vino a demostrar que nadie ama más que el que da la vida por el ser amado», recalcó. Y dijo además ante el auditorio: «Piedra de escándalo es para el mundo Cristo, bandera de confrontación como si la lujuria prometiera éxito seguro, pero nosotros tenemos que llevar su misma bandera».

Tras el parlamento, la cofradía acortó la procesión y regresó por el mismo itinerario hacia Rivero ante el temor de que la lluvia dañara los pasos. Las imágenes cambiaron de orden. Cristo tomó la delantera. Detrás, San Pedro, en actitud suplicante de perdón y arrepentimiento. Y a su lado, el gallo de la Pasión que marcó con tres cantos la negación.

Los cofrades del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol -formada por más de 250 personas- volvieron a aporrear sus tambores. Y los avilesinos, aunque menos numerosos que al principio del cortejo, arroparon el paso hasta la capilla de Rivero. Casi todos caminaban silenciosos y algunos, penitentes, descalzos. El solemne desfile procesional demostró una vez más la religiosidad y fervor con que los avilesinos celebran la Semana Santa y los cofrades llegaron satisfechos pese a la lluvia a la capilla. Los miembros del Santísimo Cristo llevan con orgullo las llaves de San Pedro sobre el pecho. Llaves doradas, bordadas en el capuchón carmín.