El Ayuntamiento de Castrillón afronta estos días el intenso debate sobre qué pasará con la adjudicación del servicio de aguas a Aqualia. Está en juego mucho dinero, cierta disputa política e ideológica, pero al final lo que cuenta son los euros. Constituye un ejemplo evidente de que los discursos políticos a veces hay que tragárselos. Cuando el PP decidió con prisas privatizar el servicio, IU y PSOE defendieron el carácter público del abastecimiento y renegaron de la privatización. Ahora, sentencia judicial por medio, se debaten entre mantener al adjudicatario o anular el concurso, seguramente, para dárselo a otro en una sociedad mixta. La música de operaciones como esta siempre es confusa, siempre encierra acordes disonantes. Al oído siempre están los que te cuentan si familiares de tal o de cual trabajan en alguna de las empresas interesadas, melodías de intereses creados. Prefiero pensar que se decide lo mejor para el concejo, para sus vecinos, para el bien común: sin empecinamientos, manías o peleas de patio.