Directora de la Estaya de la Llingua de Avilés

Elisa CAMPO

Montserrat Machicado es, desde 2006, la directora de la Estaya de la Llingua de Avilés. Durante estos cuatro años ha estado trabajando, entre otros cometidos, en la toponimia oficial del concejo de Avilés, recientemente aprobada y publicada en el BOPA. Ahora enviará esta documentación al Instituto Nacional de Estadística (INE) para que la incluya en la nueva cartografía, y el Ayuntamiento acometerá el reto de hacer la nueva rotulación. Machicado afirma que hay muy pocos cambios respecto a los que ya eran oficiales porque la toponimia estaba muy asentada en Avilés y respeta la mayor parte de nombres tradicionales.

-Este proceso comenzó en el año 2004, con la recogida de datos.

-El trabajo se encargó a especialistas en toponimia. Sobre este primer trabajo la Xunta de Toponimia hizo algunas aportaciones, y ese documento fue el que heredé yo. Después del primer informe de la Xunta trabajamos con las asociaciones de vecinos, se consultaron los topónimos con los presidentes de las entidades vecinales, que a su vez los distribuyeron a los distintos informadores. Es un trabajo de muchos años y en el que estuvo implicada mucha gente. Nadie tuvo ningún problema de aceptación e incluso en algunos sitios, como en Navarro, se aportaron nuevos nombres.

-¿Eso quiere decir que había algún lugar sin topónimo oficial?

-Sí, había algunos, y a partir de ahora ya lo tienen. En todos los casos se trata de los topónimos tradicionales.

-En términos generales, ¿se puede decir que este trabajo de normalización de la toponimia es necesario porque hubo un momento de la historia en la que se cambiaron los nombres, «traduciéndolos» al castellano?

-En Avilés no pasó casi; pero sí, en general es lo que ocurrió. Hay casos muy sangrantes, como en el concejo de Belmonte de Miranda, donde a Lloreo (que está relacionado con los laureles) lo llamaron Lorero. No es que estuvieran traducidos, es que perdieron el significado que originalmente sí tenían. El objetivo de este proceso es recuperar los nombres originales y auténticos. Una toponimia es hija de una evolución de muchos siglos, no de 15 ni 50 años, y que se transmite oralmente.

-¿Misión cumplida?

-En Avilés sí. Yo tengo muy claro que la toponimia no es de dudosa aplicación, ya se publicó en el BOPA; es una ley que está ahí y tal y como constan esos nombres es como los hay que escribir.

-¿Qué otras tareas tiene ahora pendientes la Estaya de la Llingua?

-Seguimos con campañas en el comercio y en la hostelería, y estamos preparando también las Xuntas d'Escolinos, que este año se dedican a Manfer de la Llera. Además estamos trabajando, junto a otros servicios, en materiales para Secundaria en el marco de una campaña de igualdad.