Teresa CEMBRANOS

Dicen que son los más rápidos, aunque ellos, aseguran, sólo hacen su trabajo de la manera más eficaz posible. Los bomberos del puesto de Avilés cuentan con los tiempos de reacción más bajos de Asturias, según los datos que maneja el Principado, y en los que se constata que, en 2010, los efectivos avilesinos atendieron en menos de 20 minutos el 88,8 por ciento de las incidencias (946 en total en Avilés, Castrillón, Corvera, Gozón, Illas y Carreño, además de en otros concejos a los que acuden a ayudar). La media regional en ese tiempo está en torno al 70 por ciento de las salidas, aunque en los casos de parques urbanos como Oviedo y Gijón la diferencia no es tan grande y se sitúa en el 80 por ciento. «No está mal que se acuerden de nosotros», asegura Francisco Barreñada, jefe de Bomberos de Asturias de la zona centro. LA NUEVA ESPAÑA acompañó durante una mañana a uno de los turnos que componen la base avilesina, el formado por Manuel Ángel Sánchez Gutiérrez (jefe de turno), Andrés Álvarez, Abel Nido, Camilo Suárez y Ramón Artime.

El parque avilesino cuenta con 32 bomberos conductores, aunque las centrales sindicales denuncian que actualmente sólo trabajan 30, lo que «merma la seguridad». Cada equipo, con cuatro personas más el jefe de turno, entra a las ocho de la mañana y sale a la misma hora del día siguiente. Veinticuatro horas en tensión. Luego, descansan tres días. Ellos argumentan que uno de los secretos de que todo el engranaje funcione a la perfección es el buen ambiente que se respira. «Hay mucho compañerismo. Convives 24 horas al día y aunque a veces haya roces, todo se olvida cuando tienes que montarte en el coche y salir a una intervención», afirma Andrés Álvarez. Pero no solo el compañerismo es importante, si no saber en cada momento estar en tu puesto y la coordinación, «fundamental».

«Lo primero que se hace cuando llegas a la base es mirar los turnos de mañana, tarde y noche. Cada bombero, dependiendo de la hora, sabe qué puesto tiene y hace la revisión de un vehículo. Tiene que comprobar que todo el material está en su sitio y si está en buenas condiciones. Es como si el coche fuera a pasar la ITV. El material tiene que estar siempre en el mismo lugar; eso da mucha agilidad a la hora de trabajar y, en las intervenciones, no se tropiezan unos bomberos con otros», explica Barreñada. Luego, desayuno, limpieza de vehículos, comida, descanso y, a partir de las cuatro de la tarde, reuniones de grupo para trabajar conocimientos teóricos que, luego, llevarán a la práctica en el exterior del complejo. «Podemos hacer simulacros de rescate en una torre, excarcelaciones en vehículos? Todo lo posible para que luego no te quedes en blanco cuando llegas a los sitios donde se ha producido una emergencia», añade el jefe de la zona centro.

Tras las prácticas llega el momento del deporte en unas salas del acuartelamiento. «El bombero tiene que estar bien preparado físicamente pero, sobre todo, no tiene que ponerse nervioso en una intervención. Es mejor no correr mucho porque, entonces, se pensará poco. Nosotros no nos podemos dejar llevar por el nerviosismo de la gente. Tenemos que hacer nuestro trabajo y no pensar en otras historias. Ya habrá tiempo de hacerlo cuando se vuelva al parque; hay que dejar los sentimentalismos para luego», incide Barreñada. Luego, cena, lectura, televisión y a la cama. La rutina es siempre la misma, a no ser que la rompa una llamada del servicio de emergencia 112-Asturias. Entonces, todo queda en un segundo plano y los bomberos salen pitando.

«Una vez se recibe el aviso, podemos estar saliendo en un minuto por la puerta», comenta Manuel Ángel Sánchez. Y eso que tienen que ponerse los trajes de faena. «El equipo, formado por botas, pantalones, casco, chaqueta y mochila, siempre está perfectamente colocado en las taquillas para tardar lo menos posible en ponérnoslo. Sabes, además, lo que tienes que coger en función del puesto que ocupes en cada turno. Una vez en el coche, también sabes el lugar que te toca ocupar. Está todo perfectamente coordinado», señaló el jefe de turno.

La llamada del 112-Asturias servirá, además, para determinar qué tipo de vehículos se lleva. Así, si hay un incendio urbano irá la autoescalera más el coche de primera salida; si es un accidente del tráfico, el camión multisocorro y el de primera salida. «El jefe de turno decide si hay que llevar algún vehículo más. Todo dependerá de la información que nos llegue del 112», apuntó Barreñada. Y luego, a la carretera.

El parque de bomberos de Avilés tiene un punto a su favor: su buena ubicación. «Tenemos al lado la salida de la variante, la carretera general y la autovía. Y eso hace que lleguemos más pronto a los sitios. Tenemos muy buen acceso a todos los lugares», aseguró Álvarez. Una vez que llegan al lugar de la incidencia, evalúan. «Igual nos dicen que hay mucha emergencia y al final nada, o al contrario. Nunca te puedes fiar. Además, para nosotros no es lo mismo hacer una intervención a las cinco de la tarde que a las dos de la madrugada, que estás en una fase casi de descanso. En carretera, tampoco es lo mismo la conducción por el día que por la noche», explican los bomberos. Por eso, para ellos, las estadísticas de tiempos de reacción y atención, son eso, estadísticas. «Vivimos el día a día». Ése puede ser su lema.

Los bomberos de Avilés, como los de cualquier otro parque, tienen que atender todo tipo de incidencias: incendios urbanos, los más frecuentes; accidentes, inundaciones como las del pasado mes de junio, rescates? Y para todo tienen que estar preparados. Así saben, por ejemplo, que cuando hay un aviso de que se ha incendiado una campana de una cocina, la intervención tiene que ser rápida. «En 10 minutos un incendio en una campana puede convertirse en una casa en llamas», comenta Andrés Suárez. Los efectivos también acuden a los incendios industriales. El último ocurrió en una nave en el polígono de la ría, donde sofocaron un incendio que afectó a molinos de viento y a más de 70 filtros. También acudieron a un almacén de repuestos de un taller de coches. «Estuvimos desde las once de la noche hasta las ocho de la mañana sin parar», aseguran. Los efectivos también participan en simulacros en las grandes empresas multinacionales, como Alcoa, Arcelor?

Otro tipo de incendios son los forestales. «No son tan urgentes como los urbanos o los accidentes de tráfico. Hay muchos en la zona, pero suelen ser pequeños y se atajan rápido por la cercanía. Tenemos buenos accesos y, normalmente, se puede llegar hasta ellos en los vehículos. En Cangas de Narcea, por ejemplo, los bomberos tienen que acceder a algunos lugares a pie», comenta Manuel Ángel Sánchez, jefe de turno.

Los bomberos tienen marcados en rojo los incendios que se producen en garajes. «No nos gustan nada. Hay muchos coches y fallan bastante los sistemas de extracción. Nunca nos fiamos porque no se ve nada. Ahí nos ayuda mucho la cámara térmica que lleva el bombero que está al mando de la operación», explicó. Luego hay casos peculiares, como el ataque del «quemacoches» en la comarca: «Nos abrasó», confiesan.

Sobre qué incidencias son las más frecuentes, los bomberos no hacen listas. «Hay una cosa que me llama la atención y es que, por ejemplo, un mes, tenemos 60 salidas para quitar panales de abejas y en otro destacan los incendios industriales. Nunca se sabe lo que puede suceder», indicó el jefe de turno. El parque también tiene avisos para actuar en accidentes de coches, aunque sólo intervienen, normalmente, si hay personas atrapadas. En este caso, constatan una bajada de las intervenciones en la variante de Avilés una vez que se acometieron mejoras (como eliminar la línea discontinua o reducir el límite de velocidad). «Abrir la autovía fue un hito, aunque ya antes habían bajado considerablemente los accidentes», apuntó Francisco Barreñada.

A los bomberos también les ha tocado, alguna vez, tirarse a la ría de Avilés para hacer algún rescate. «Estamos para todo», afirman entre risas.