Cuando se descubre la ruta del Escañoriu, todo el mundo se queda maravillado al contemplar un valle fluvial propio de la Cordillera Cantábrica al lado de Avilés. Y es que la sensación que proporciona la aliseda, los helechos, el roquedo o la cascada componen una excursión inolvidable.

Es curioso que una maravilla natural como esta no esté masificada. Suponemos que es debido a que en la ruta hay algunos pasos estrechos en los que hay que agarrarse a las rocas, por lo que mucha gente no avezada se da la vuelta y dan a conocer la zona como «para aventureros». Nada más lejos de la realidad, pues hay gente mayor sin experiencia que pasa por esas zonas sin problemas.

Todo esto es válido para llegar a la cascada, pero ya no para seguir adelante, pues hay que escalar por la derecha del salto de agua para atravesar la mitad del valle que queda por descubrir. Así, poca gente completa la ruta.

No obstante, demasiados visitantes estivales hacen gala de su «dominguerismo» y dejan basuras por toda la ruta. El año pasado varias asociaciones limpiamos aquello de los muchos plásticos y envases de todo tipo que «decoraban» el enclave.

Entre la flora, además del buen estado de la aliseda (hábitat protegido en la Unión Europea), destaca un raro helecho relicto del Terciario: Culcita macrocarpa.

Más difícil es contemplar su fauna, pero «haberla hayla». Muchos naturalistas conocen la existencia de una pareja de halcones peregrinos allí mismo. Durante varios años tuvimos que hacer turnos de vigilancia debido a la amenaza que ciertos cetreros ejercían para expoliar los pollos. Hasta que los descubrimos con las manos en la masa y fueron detenidos por el Seprona. Hoy en día esa amenaza ya casi no existe porque muchos cetreros crían sus propias rapaces, además de estar su afición mucho más controlada.

En la entrada del río hay una pareja de mirlo acuático (la más cercana a la costa que conozco en nuestra comarca), y al final del valle una colmena natural de abejas dentro de un árbol hueco. En verano los ciervos volantes son frecuentes aquí, mientras que los anfibios (ranas y salamandras rabilargas) son más escasos. Más comunes son los reptiles, sobre todo el lagarto verdinegro.

Esta zona debería promocionarse entre los habitantes de la comarca siempre y cuando se realicen las oportunas campañas de concienciación, así como una adecuación sencilla para los visitantes en ciertos lugares. El disfrute debe estar supeditado a la conservación.