No sé si estarán al tanto de que Jim y Jeff, los hermanos Carrey, vuelven como la burra al trigo. Sus nombres quizá no les suenen, pero si les digo que fueron los autores de «Dos tontos muy tontos» seguro que los recuerdan. Pues bien, los Carrey anunciaron, hace poco, que piensan rodar otra película porque la primera no la hicieron como hubieran querido. Dicen que apenas participaron, que fue cosa de los guionistas y de un equipo que no era el suyo. Así que después de analizar el contenido y darle vueltas al resultado dijeron: «Tenemos que hacerlo de nuevo, seguro que con lo que ya sabemos la segunda parte nos sale bordada».

Ya ven qué cosas, eso mismo, llevado a los Presupuestos, pensaron De Guindos y Montoro, que no son hermanos de sangre, pero sí de Ministerio.

De Guindos y Montoro también revisaron la película, dijeron que no era suya y llegaron a la conclusión de que tenían que hacer otra sin cambiar el argumento: la historia de dos tontos que viajan con un maletín para entregárselo a una señorita, presumiblemente alemana, que no les hace ni caso.

No trato de insinuar, por eso lo aclaro, que De Guindos y Montoro sean los tontos. En absoluto, ellos producen y dirigen la película, los tontos muy tontos son los protagonistas, los que viven las peripecias, relatadas en el guión de los Presupuestos, y provocan las escenas de risa que, se supone, serán un éxito de taquilla que servirá para reducir el déficit.

La experiencia, que es la madre de todas las ciencias, incluida la económica y la del séptimo arte, nos tiene dicho que las segundas partes nunca fueron buenas.

Pero, quién sabe, a lo mejor tienen éxito. Lo malo es que la política no es como el cine, es una sesión continua que continúa luego en la calle. Ésa es la clave, que, aunque cerremos el año con un taquillazo enorme, hay que pensar en otra película para el año siguiente. Una película que tendría que ser distinta de la anterior, porque si seguimos con el mismo tema, pues ya me dirán ustedes.

Si «Torrente II. Misión en Marbella» fue un callo, comparada con la primera, «Torrente III. El protector» fue un callo con garbanzos. Y ya la última, «Lethal crisis,» la cuarta entrega del brazo tonto de la ley, resultó peor que las tres anteriores, no le hizo gracia ni a los señores Roca y Álvaro Pérez que, además de presuntos delincuentes, deberían ser juzgados por horteras.

Santiago Segura se apaña con sus chapuzas y saca unas pelas, pero el resultado es penoso. No importa para él, como para De Guindos y Montoro, lo que cuenta es la taquilla. Es hacer caja, de modo que llegará diciembre y estaremos en las mismas. Seguro que ni siquiera han previsto que el año 2013 empieza en martes. Un detalle que se les ha escapado a los dos y también a Rajoy.

Por si no lo sabían ya lo saben: el primer día de 2013 es martes. Lo digo para que estemos atentos y sepamos lo que nos espera. El problema, con serlo, no es ahora, es el año que viene, cuando el Presupuesto sea aún más delgado y ya no quede carne donde hincar el diente. Ni carne ni ensalada de delincuentes, porque imagino que no volverán a sacar de la nevera los 2.500 millones del blanqueo de capitales.