A. P. G.

«Me encontré un espectáculo dantesco. Había sangre en el comedor, en el pasillo, en la habitación, parecía una película de terror». Así describió ayer el escenario del crimen J. M. V. C., tío político de Amaranta Cueva, que declaró en el juicio contra Eduardo Antonio P. T. en calidad de testigo a petición de una de las acusaciones particulares. Él fue el encargado, junto a otros familiares de la víctima, de limpiar los restos de sangre de la joven una vez que los investigadores concluyeron su labor. «Había sangre en los muebles, salpicaduras en las paredes y hasta en el techo de la habitación, y lo sé porque las tuve que limpiar», detalló aún aparentemente afectado por tan duro trance.

El tío político de la víctima también apuntó que el «lavabo del baño estaba atascado y contenía agua de color rojo», la misma versión que ofreció uno de los agentes de la Policía Científico que participaron en la inspección ocular del escenario del crimen. «Econtramos desorden en toda la estancia, a la víctima en la cama sin vida, una mancha de sangre junto a la cama y signos de violencia. La cama estaba sin ropa, sólo con el edredón, las sábanas estaban manchadas de sangre y hechas un gurruño cerca de la ventana», explicó el agente. Había sangre por toda la habitación, incluso en los muebles. El policía hizo referencia a una especie de cajonera. «Tenía manchas de sangre, sobre todo en la parte superior y en el primer cajón, como si el cuerpo hubiese impactado contra ese mueble. El lavabo del cuarto de baño tenía agua rojiza y estaba taponado, no corría el agua. Había gotas de sangre en el inodoro y también en una toalla que estaba colgada de la mampara de la ducha», detalló. La fiscal preguntó al agente por el estado de la ventana del dormitorio, que en el momento de la inspección estaba rota. El policía explicó que «los cristales estaban entre la ventana y la persiana, que estaba bajada y la cinta rota» y negó que encontrase trozos de vidrio en el suelo aparte de una botella rota. Y es que en la instrucción se llegó a investigar si el autor del crimen había utilizado una botella o un cristal para golpear a su víctima.