Myriam MANCISIDOR

Su apellido se diferencia por una letra, comparten profesión y congenian sobre el escenario: Berta Piñán, asturiana de Caño (Cangas de Onís) y Nélida Piñón, brasileña de Río de Janeiro, conversaron ayer largo y tendido en el Centro Niemeyer sobre su pasión, la literatura. Piñón, escritora, premio «Príncipe» de las Letras en 2005, se presentó como «una partícula de un mundo universal» a preguntas de su colega. «La vida de cada cual es como un hilo. Para mí es esencial tener doble cultura», dijo la primera mujer que llegó a presidir la Academia Brasileña de Letras, hija de gallegos que cocinaban pulpo «después de darle una zurra tremenda al animal» en su casa de Río, en Villa Isabel.

Lectora empedernida desde su niñez, Piñón confirmó que el acceso a todo tipo de literatura aderezado con el fabulario doméstico contribuyeron a potenciar su imaginación. «Con diez años vine con mi familia a Galicia y aquellos gallegos entonces viejos para mí me enseñaron que no hay párrafos ni puntos finales», subrayó ante aproximadamente un centenar de personas que participaron como oyentes en el coloquio, enmarcado en el Ciclo Palabra. Piñón siempre soñó con ser escritora y vivir la vida con la misma intensidad que lo hacían sus autores de referencia.

«Cuando era muy pequeña ya escribía cuentos en una vieja máquina "Hermes" que me regaló mi padre, al que le vendía los textos cosidos con hilo porque no tenía grapadora para unir los folios», confesó la escritora que se consagró con la novela «Guía-mapa de Gabriel Arcanjo» (1961). Para Nélida Piñón uno de los apartados más complicados a la hora de sentarse a escribir es poner nombre a sus personajes. «Es como bautizar a un hijo. Los nombres, además, se mezclan con nomenclaturas geográficas y los personajes ganan apariencia real si el nombre es el adecuado», señaló.

Piñán se interesó también por el «centro neurálgico» de gran parte de la obra de Piñón: la memoria y el olvido. «La memoria traiciona, presta muchos servicios y a veces no contesta. Por eso creo que la memoria está al servicio de la invención», dijo. Piñón habló también de sus memorias - «Corazón andariego», «Libro de horas»- y, en resumen, se presentó sin tapujos ante el público avilesino. Se mostró íntima y cercana. Dio a conocer hechos, pero sobre todo sensaciones. Y es que lo suyo es la historia de una mujer brasileña con alma gallega, o de una gallega que de niña jugó en calles brasileñas. Nélida Piñón creció con su «Hermes» entre dos aguas.

Berta Piñán la definió así: «La memoria empieza donde hemos nacido, y la de Nélida parte de una casa blanca, Villa Isabel. Hija de una extensa familia de emigrantes gallegos, vivió en un entorno de narraciones fabuladas, en contraste con una tierra exuberante y sensual. Así, Nélida toma el camino de la literatura».