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Marcos Pérez: "Después de 27 años aún me siguen doliendo los riñones"

El soldador rememora el envenenamiento por mercurio que sufrió en Azsa durante una parada técnica en 1986

Marcos Pérez Fernández, en la redacción avilesina de LA NUEVA ESPAÑA. Mara Villamuza

El soldador Marcos Pérez Fernández (Santa María del Páramo, León, 1927) se fue un día a trabajar a las instalaciones de Asturiana de Zinc (Azsa) en San Juan de Nieva y se envenenó con mercurio. Fue en abril de 1986. A Pérez Fernández le ingresaron en la Residencia Covadonga, en Oviedo. Estuvo tres días con cuidados intensivos. "Después de todos estos años, aún me siguen doliendo los riñones", confiesa.

"Hacíamos como estos chicos de ahora: cortar tubos en un intercambiador que tenía una entrada de hombre raquítica. Allí estábamos. Cortando. En un momento dado me saltó una chispa al ojo. Era de ácido. Por eso no me llené tanto de mercurio", cuenta el antiguo oficial de primera. Pérez Fernández entonces era ya un veterano trabajador del sector del metal. "Soldaba de todo: hierro, aluminio, cobre. Todo menos oro", bromea. "Por la chispa en el ojo me llevaron al hospital. El oculista me dio la baja y fui a llevarla al trabajo unos días después. Me encontré a mis compañeros de la obra hechos una mierda. A uno se lo habían llevado al hospital. Me fui a casa y a las ocho de la tarde llamó a la puerta un señor que yo creo que era el director de la fábrica (Fernando Sitges dirigía la planta en 1986). Yo vivía en Francisco Franco (La Texera). Me dijo que yo también tenía mercurio y que a la mañana siguiente, a las ocho, tendría un taxi en la puerta para llevarme a Oviedo, al hospital", recuerda el obrero. "Me hicieron análisis y más análisis. Me quitaron la ropa. Una sobrina mía, que era enfermera, vino a verme. Me dijo que no parara de beber, que tenía que echarlo todo. Llegué a beber hasta nueve litros. Entre agua, caldos, zumos... Estuve tres días en la uci. Me dolían los riñones, tenía molestias en la boca", relata el soldador. "Allí fue donde coincidí con Francisco Javier Allerdi (otro de los intoxicados en 1986)", asegura. Allerdi tenía 27 años, Pérez Fernández, 59. "En el trabajo lo vi algún día, pero no coincidíamos", el soldador hace memoria. "¿Sabes cómo trabajábamos? Estábamos a turnos, cortábamos los tubos en el suelo. Nos tragábamos todo el mercurio", asegura. "En el intercambiador apenas había sitio, ni para nosotros mismos", apostilla. "Después de todo aquello tuve fastidiado el riñón izquierdo, sobre todo. Desde el primer momento los médicos me dijeron que me había intoxicado con mercurio".

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