El Museo Marítimo de Asturias alberga desde el pasado jueves una muestra que recuerda la importancia de la pesca de las ballenas en la costa cantábrica durante siglos. Esta fue una práctica habitual en la Edad Media y que tuvo a Luanco como uno de los principales puertos balleneros. La muestra plantea un viaje a través de paneles y restos de estos enormes mamíferos marinos desde la primera referencia documental hallada en Bayona (Francia) en el año 1059 hasta el siglo XX, cuando desaparecieron las empresas balleneras de Galicia. El biólogo y miembro de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (Secem) Arturo Ruano es el coordinador de esta exposición

Los pescadores balleneros eran avisados por un atalayero que divisaba estos animales desde un monte. En Luanco, desde La Mofosa. Una vez dado el aviso a puerto, las lanchas partían en busca de las ballenas con su tripulación de arponeros. Los primeros que llegaban a dar caza al animal tenían sus privilegios. La pesca ballenera tuvo su auge entre los siglos XVI y XVII. Durante esa época se venían a cazar unas tres piezas por año y puerto, teniendo en cuenta que en litoral cantábrico había 42 puertos balleneros; así es que durante esos siglos, y sólo en Luanco, se cazaron unos 600 ejemplares. A finales del siglo XVII esa cantidad bajó hasta una ballena cada dos años.

El centro museístico luanquín guarda aún restos de ese pasado ballenero como radios, húmeros, vértebras y escápulas, como la que se halló en la Campa Torres de Gijón correspondiente a una ballena gris. En Verdicio también se encontró una parte del occipital del cráneo de una ballena varada en la costa en los años veinte. La playa de La Ribera, como puerto ballenero que fue, también ha sido objeto de hallazgos vinculados con la caza de estos enormes animales marinos.

Estos y otros restos, que pueden admirarse en la planta baja del Museo Marítimo hasta el próximo 26 de enero, sirven para recordar la importancia que tuvo la caza de la ballena para la economía local de Luanco durante siglos.