A John Mayall el carnaval avilesino le pilló por sorpresa, pero se disfrazó de "camaleón del blues" y se metió al público en el bolsillo con su retahíla de temas sacados de álbumes como "A banquet in blues" (1976), "Lots of people" (1977) o "The last of the British blues" (1978). El carismático músico británico -se crió en un suburbio metropolitano de Manchester- hizo vibrar una vez más al respetable avilesino con la guitarra y la armónica. A sus 80 años -el concierto organizado por "Avilés Arte Sonoro" está enmarcado en la gira que protagoniza con motivo de su aniversario-, Mayall demostró tener cuerda para rato. El británico estuvo ya en Avilés en 2011, en el Centro Niemeyer.

Anoche (20.00 horas), Mayall llenó las butacas del teatro Palacio Valdés, que de un tiempo a esta parte también acoge recitales musicales "delicatessen": desde el recientemente fallecido Paco de Lucía a Víctor Manuel o "Alexandra in Grey". El "patriarca del blues" escribió su nombre entre el de los grandes que han visitado la ciudad en los últimos años. Y se llevó aplausos sin antifaz, sinceros.

Mayall no ha sido, aún así, el único músico de renombre que ha visitado Avilés en las últimas horas. Además de los artistas que han amenizado las noches de carnaval desde distintos escenarios, la ciudad recibió la visita de Mike Kennedy, mítica voz del conjunto "Los Bravos", y ya un clásico de las noches de concierto avilesinas. El artista actuó en un local de la calle Galiana acompañado por "M Bolas" para un selecto grupo de espectadores, entre los que se encontraban Pipo Prendes, el cantante de "Los Linces", Luis Santiago, o alguno de los integrantes de "Los Stukas".

Kennedy y la banda interpretaron, durante más de una hora, los éxitos de siempre del cantante alemán, aunque afincado en España. En alguna de ellas, como "Black is black", contó con los coros de los asistentes e incluso ofreció el micrófono a alguno de ellos, entre ellos al periodista Toni Fidalgo. Tras el concierto, una cena y, a continuación, Kennedy volvió a tomar las riendas para entonar clásicos del rock de una forma más distendida. Aceptó, incluso, las peticiones de los comensales. Y como remate de la fiesta, muchos de los músicos asistentes ofrecieron un particular concierto, que duró hasta altas horas de la mañana.