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Gozón

El gremio pesquero, espina dorsal de Luanco

La mar generó a lo largo de la historia dos industrias con fuerte impronta: la pesca con las empresas dedicadas a la conservación y exportación, y la navegación comercial

Asistentes a la fiesta de celebración de La Vejez del Marino en 1827. ARCHIVO DE IGNACIO PANDO

No puedo valorar como realmente operativos todos los determinismos que algún investigador encuentra funcionando en la sociedad luanquina, en el siglo XX al menos. Y de ser válidos, serían una especie de fuerte regresión acaecida, similar a una catástrofe. Y me explico. Hagan conmigo un ejercicio de imaginación y piensen un Luanco como un pueblo pequeño de interior montañoso, que históricamente hubiera carecido de recursos económicos, atrapado en un espacio hostil que no ha favorecido ni su comunicación ni los aportes exteriores que favorezcan la renovación de la mentalidad, y sin medios con que acceder a la educación, la enseñanza o cultura. En ese contexto, la probabilidad de promoción en cualquier sentido sería efectivamente inexistente. Uno moriría asumiendo los mismos roles que diez generaciones de su familia y feliz al no conocer otras posibilidades de poder, al menos, seguir manteniéndose con las raíces y las hierbas del campo.

Mas creo que eso no ha sucedido en el caso de Luanco. Podríamos retrotraernos a la segunda mitad del siglo XIII y hablar de la caza de ballenas, con la presencia y aportaciones de gentes de todo el norte de España y Europa, mas no precisamos tan largo ejercicio en el tiempo. La mar generó dos industrias muy importantes que han dejado una fuerte impronta. De un lado, la actividad pesquera y todas las industrias derivadas dedicadas a la conservación y su exportación a la meseta castellana; de otra, la navegación comercial y la incorporación por leva de muchos marineros a la Armada Nacional.

Al frente de estos sectores, una organización fuerte y reglamentada; el Gremio de Pescadores que ha pasado por varias denominaciones y reglamentaciones de cuya existencia tenemos noticias desde el siglo XVI. Entre 1803 a 1824 se denominó Gremio de Mar; en 1875, la Sociedad Marítima del Socorro; Hermandad del Santísimo Cristo del Socorro en 1881, y por la fusión de las dos últimas, la Sociedad Marítima y de Hermanos del Socorro en 1882, que asumiendo los cambios políticos y de estrategias, continúa hasta hoy día.

Al investigar los historiales de muchos de estos hombres, marineros en algunos momentos, navegantes en otros muchos, comprendes que, a falta de otros caminos o vías terrestres, la mar se ha configurado históricamente como una gran vía de comunicación. Por ella han entrado y salido, hombres, productos, ideas y experiencias.

Londres, Montevideo, Cuba, México, Filipinas, muchos puertos franceses y, en general, todos los países que formaron parte del imperio colonial español son referentes muy comunes en el historial de estos marineros y marinos.

Mucho más nos sorprende la presencia con nombres y apellidos en algunos hechos históricos relevantes, como la Expedición de Argel en 1775, el Cerco de Tolón en 1793, o la batalla de Trafalgar en 1805.

Es cierto que los rudimentos culturales debían de ser eso, rudimentos en el mejor de los casos. Pero las experiencias y vivencias son un factor determinante en la formación de las personas y en sus capacidades de promoción. A partir de 1869 se pone en marcha la Fundación Cristo del Socorro, que facilita el acceso a una formación de calidad de forma gratuita a todos los gozoniegos, y en la que a partir de finales del siglo XIX se formalizan los estudios de Marina y más tarde de Comercio. No hace falta más que otear los libros de matrícula que se conservan para comprender la cantidad de marinos y capitanes que salieron de Luanco. La facilidad para formarse allanaba el terreno a muchos, pero la tradición de oficiales, artilleros y capitanes tenía ya varios siglos de antigüedad. Claro está, vinculados entonces a familias con más posibilidades y a gentes que habían iniciado la carrera en la Armada y habían adquirido formación, y con esa situación se incorporaron a la marina civil o comercial. A principios del siglo XX no había marinero en Luanco que no supiera leer y escribir; sus aspiraciones personales y profesionales y el tiempo que estuviera dispuesto dedicar a la formación cada cual es otra cuestión.

Si analizamos la situación del campesino es diametralmente opuesta. No habían tenido ninguna organización que luchara y velara por sus derechos, jubilaciones o enfermedades como sí ocurrió en la mar, y el determinismo es moneda muy frecuente. Hasta el inicio de actividades del sindicalismo y mutualismo con la Liga Agraria en 1908, o el Sindicato Agrícola de Nembro en 1920, entre otros muchos, aquel mundo está sumido en la tradición.

Revisar la escasa documentación que nos ha llegado de esta Cofradía luanquina supone recuperar una parte importante de nuestro pasado. Las cuentas de 1803 con los gastos en las fiestas del Socorro de aquel año, o los gastos en la instalación del nacimiento; la imagen inédita del primer vapor del puerto de Luanco, precisamente llamado "Primero de Luanco", propiedad de la firma Morí-Morán; o repasar las imágenes de la celebración de La Vejez del Marino en julio de 1927 son sólo un instante en la dilatada vida del Gremio, que sin duda constituye la espina dorsal de Luanco y sus gentes.

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