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La historia de la marañuela en papel

Numerosas publicaciones citan el típico dulce luanquín desde finales del siglo XIX; la primera, en un libro académico: "Vocabulario de palabras y frases bables", que data de 1891

A la izquierda, Ana Suárez elabora la masa de las marañuelas y, a la derecha, un horno de los años ochenta.

El abogado y escritor Apolinar de Rato y Hevia de Argüelles, bisabuelo del político y economista Rodrigo Rato, tiene el honor de ser la primera persona en incluir en un trabajo académico, "Vocabulario de palabras y frases bables", de 1891, la primera referencia a la marañuela de Luanco. La define como "una pasta hecha de harina, huevos y azúcar con las que se fabrican en Luanco esas roscas que forman manos cruzadas". En ese documento, el escritor del siglo XIX especula sobre la etimología del término marañuela y lo asocia a la maraña, enredo, haciendo referencia a la forma geométrica que adoptaba la pasta una vez cocinada.

Estos datos proceden de la investigación realizada por el historiador local, Ignacio Pando, que vincula el típico postre luanquín al regalo que reciben los ahijados de sus padrinos cada Domingo de Pascua. Actualmente, la elaboración de marañuelas se realiza durante todo el año aunque es en Semana Santa cuando más unidades se venden y además es cuando se celebra el ya tradicional festival promovido por las amas de casa.

Pando hace referencia además a que la economía de subsistencia agudizara el ingenio para conservar los escasos excedentes con los que podían contar las familias. "Aunque el azúcar era un producto foráneo y escaso, desde el siglo XVII es conocido y utilizado en las cocinas luanquinas", afirma el historiador, que pone sobre la mesa otros testimonios vinculados a la marañuela extraídos de correspondencias cruzadas entre familias de Luanco y sus parientes ya en el siglo XVIII. "Hágame el favor de decir a Pepe que sus marañuelas están muy buenas y que todas las noches al tomar el té, nos regalamos con ellas", escribió Mariano Suárez Pola a José Miranda en una carta fechada el 23 de marzo de 1875 en Gijón.

Hasta el siglo XIX, las casas de renombre contaban con sus propios hornos para cocer estos dulces. Es en este siglo cuando la marañuela comienza a estar presente en romerías y acontecimientos en el concejo. Así lo refleja, por ejemplo, José Menéndez, en sus "Memorias del Corbatón" cuando expone los recuerdos de su infancia en la fiesta de San Bartuelo, en Viodo. Antolín López también hace referencia a las marañuelas desde un punto de vista más tradicional en su libro "Costumbres referentes al matrimonio en el concejo de Gozón", de principios del siglo XX.

Durante la pasada centuria hay numerosos artículos, citas y estudios vinculados a este postre. El escritor Andrés González Blanco, relató en "La Flor de Cantabria", de 1920: "(...) agasajaba a su amiga Palmira Merediz con todas las golosinas del país... confituras de San Pelayo, marañuelas de Luanco (...)".

Varias voces han escrito sobre este dulce en los últimos cien años, este es el caso de Ulpiano Fernández, cuando en 1934 publicó "Elogio epicúreo de las marañuelas". LA NUEVA ESPAÑA también publicó "Luanco, marañuelas. Fruto pascual", de Agustín Guache Artime en 1972 y así un alto número de personas que se han detenido por un momento en relatar las delicias de este típico dulce y exponerlas sobre un papel.

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