Nunca los primeros bonitos del año habían llegado a Asturias tan pronto -el 6 de mayo- y nadie recuerda que alguien hubiese ido a buscarlos tan lejos, a unas 800 millas Atlántico adentro, al norte de las islas Azores. Y, por supuesto, tampoco jamás se había pagado la friolera de 120,20 euros por kilo del "campanu" del mar, que fue el precio resultante de la subasta celebrada ayer a las 7 de la mañana en la rula de Avilés para adjudicar los 1.854 kilos de túnidos que trajeron a tierra los barcos "Esmeralda III", "Gaztelugatxeko" y "María Digna II", el primero, asturiano, y los dos últimos vascos: los tres viejos conocidos de anteriores aperturas de la costera del bonito por el arrojo de sus patrones y lo madrugador de sus desembarcos.

Como viene siendo habitual en la última década, el comprador que primero tocó el botón que detiene la cuenta atrás que sirve para fijar el precio del pescado en la rula fue el responsable de la cadena asturiana de supermercados Alimerka. Igor Fernández detuvo los dígitos en 120,20 euros y fue tal el asombro generalizado por lo alto de la cifra que en vez de aplausos se hizo el silencio en la cancha de subastas, si acaso se levantó un leve murmullo admirativo. Ese precio pulveriza el del año pasado, que había sido de 98,20 euros y en su momento también constituyó un record, desde ayer superado en un 22,4 por ciento. El listón queda altísimo. En los corrillos de la rula se rumoreó con que Alimerka había arriesgado al máximo en la puja por temor a que otro comprador le hurtase el privilegio de hacer la siempre sonada y prestigiosa compra del "campanu" del mar; desde luego, si es verdad que algún otro comercializador tenía intención de adquirir los primeros bonitos de la costera se quedó con las ganas.

Los responsables de los barcos que capturaron los bonitos más tempraneros de este año, el asturiano Iván Álvarez Garaot y los arrantxales Íñigo Oronoz y Juan Carlos García Suárez, siguieron expectantes la subasta, los dos primeros grabando la escena con sus móviles, y cuando el precio de 120,20 euros iluminó la pantalla electrónica que preside la cancha de subastas no pudieron contener su alegría: "¡Gran precio, sí señor! ¡Ha merecido la pena el viaje!", estalló Oronoz. Ventilada la subasta de los bonitos cabeceros (los mejores del lote), faltaba por subastar el grueso de las capturas; también se las llevó Alimerka, éstas a razón de 43,60 euros el kilo, 23 euros menos que el año pasado. En total, los tres armadores se embolsaron más de 120.000 euros; ese fue su botín por asumir el riesgo de ir a por bonitos casi un mes antes de lo que antaño se estilaba.