Los perceberos se juegan la vida en cada jornada de trabajo; tienen que sortear los fuertes embates de las olas y saltar por los escarpados pedreros para extraer las mejores piezas de este codiciado molusco. Pese a la peligrosidad del trabajo, esta profesión apenas ha registrado accidentes graves en los últimos años, al menos entre los mariscadores gozoniegos. De hecho, los pescadores adscritos al plan de extracción de Peñas solo recuerdan dos sucesos graves, uno hace unos quince años y otro, el registrado el pasado martes cuando S. A. A, natural de Budores (Verdicio) se precipitó desde un acantilado en Podes cuando iba a por percebes. "El de hace unos quince años fue un percebero que se clavó una bistoncia -el utensilio utilizado para extraer percebes de las rocas- y falleció", recuerda José Luis Gutiérrez, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Luanco. "Accidentes graves apenas hay, ocurren de mucho en mucho; lo más normal es que te disloques un hombro o tengas otras lesiones menores. Un accidente grave no pasa todos los días, de hecho el último así fue hace bastante tiempo", añade Gutiérrez.

Sobre el accidente del pasado martes pesa un enorme interrogante. Los compañeros de faena del mariscador que aún permanece en la uci del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en Oviedo, aún no se explican cómo pudo caer del acantilado de punta Castiello, en Podes. "Llevamos muchos años bajando por ahí y nunca pasó nada; es posible que resbalara, pero nadie lo sabe", indica Gutiérrez. Lorenzo García Lopera, otro de los experimentados perceberos adscritos al plan de Peñas, afirma que el accidente se produjo "por una serie de coincidencias fatales". "La bajada de punta Castiello no es tan mala, quizá tuvo un pequeño despiste y resbaló, no sabemos nada a ciencia cierta", señala García Lopera, que no duda en afirmar que otros acantilados del entorno de Peñas son "bastante peores".

El accidente de S. A. A cayó como un jarro de agua entre los perceberos gozoniegos, que pese a todo siguen trabajando en las inmediaciones del cabo Negro hasta el próximo mes de septiembre. "La verdad es que el chaval que lo encontró tuvo que llevar un palo muy gordo; si me hubiera tocado a mí no sé cómo habría reaccionado, hay que verse en esas circunstancias para entenderlo", explica Lopera. Según el relato de algunos pescadores, dos perceberos que volvían de trabajar en los pedreros próximos a cabo Negro se encontraron con el cuerpo de S. A. A. tendido sobre las rocas.

Según sus cálculos, es probable que la caída se produjera tres horas antes. En ese momento, padecía hipotermia. Fue entonces cuando telefonearon al servicio de emergencias, que trasladó a la zona un helicóptero medicalizado para transportar al herido al Hospital San Agustín de Avilés. Horas más tarde, fue trasladado al HUCA.

Tras las primeras pruebas, los médicos determinaron daños en brazos, piernas y cabeza. Ahora pelea por sobrevivir en una habitación del Hospital Central. Sus compañeros desean que vuelva de nuevo a los pedreros cuando antes y que el relato de su accidente sea el último en una profesión que, pese a su peligrosidad, presume de un índice bajo de accidentalidad.