Lentejuelas, crisantemos, aros, palmeras, estrellas... El cielo de Avilés se llenó a medianoche de miles de colores con el lanzamiento de los fuegos artificiales, deslucidos por la falta de viento, que empañó buena parte del espectáculo. La pirotecnia necesitó quemar más de doscientos kilos de pólvora para llevar a cabo el espectáculo, que llenó la ría de luz y a toda la villa de ruidos atronadores. Aplausos tímidos para cerrar.

El eje formado por la avenida Conde de Guadalhorce y el Centro Niemeyer se convirtió en el punto más concurrido de la ciudad, ya que el lanzamiento se produjo desde la dársena de San Agustín. El espectáculo, que duró veinticinco minutos, contó con tres partes bien diferenciadas, que se ejecutaron en treinta fases de lanzamiento, dos de ellas ejecutadas de golpe. También hubo ciento veinte cargas de fuegos acuáticos, disparadas desde cañones específicos para conseguir que cayeran adecuadamente sobre la ría.

A los fuegos se les unió en el día grande la Gran Gala de San Agustín, que contó con una invitada de honor: la cantante Edurne. Cientos de personas se concentraron en la plaza del Centro Niemeyer a partir de las 22.30 horas. La expectación era máxima y todos los asistentes acudieron preparados para bailar y cantar al son de los últimos éxitos de la madrileña, entre los que se encontraba su último trabajo "Amanecer", canción con la que acudió al Festival de Eurovisión.

El ambiente musical se retomó en la plaza tras los fuegos artificiales, en esta ocasión recordando la edad de oro del pop español. Con este fin se unieron en el escenario a partir de la una de la madrugada artistas de esta época: Alberto Comesaña de "Amistades Peligrosas", Pablo Perea de "La Trampa", Joaquín Padilla de "Iguana Tango" y Chus Herranz, que animaron al público hasta bien entrada la madrugada. Del "Voy camino Soria" a "Me haces tanto bien", la noche dio para rato. Y es que no en balde ayer fue el día grande de San Agustín.