La coquería de la margen derecha de la ría lleva en Avilés más de medio siglo y, de ese tiempo, los últimos diez años han sido especialmente tormentosos por los sucesivos jaques urbanísticos y ambientales a los que se vio expuesta. Sin embargo, los defensores de la instalación -agrupados casi todos debajo del paraguas de las organizaciones sindicales- siempre dieron con la jugada maestra para salir del atolladero. Está por ver si en el nuevo escenario que ahora se perfila lograrán, una vez más, ganar tiempo para la instalación.

La fecha de cierre de las baterías de coque se ha ido estirando en el tiempo en varias ocasiones. Primero fue 2007, luego 2010, más tarde 2017 y ahora existe un el acuerdo -plasmado en el Plan Urbano de Avilés- de que presten servicio hasta 2020... o más allá si fuera menester. Pero las instalaciones de Baterías están a tiro de piedra del Centro Niemeyer, que es donde hace un lustro se puso la esperanza del progreso de la ciudad. Y las chimeneas desentonaban en el fallido proyecto de la Isla de la Innovación, desde hace pocas semanas reconvertido en el parque científico y tecnológico Isla de la Innovación, un plan donde aparentemente tampoco hay hueco para la coquería.

El expresidente del comité de empresa de Ensidesa Rafael Alonso, curtido en todas las batallas pasadas por la defensa de la continuidad de las baterías, también sale ahora a la palestra: "Es incomprensible que en plena defensa de una fábrica como la de Alcoa, que genera 500 empleos, se hable con ligereza de las posibilidades que brinda el hipotético desmantelamiento de las baterías, que generan otros tantos puestos de trabajo".

A juicio del exdirigente sindical, "no debería haber ninguna prisa por condenar a muerte las baterías, toda vez que su continuidad en activo siempre será más provechosa en términos de empleo y riqueza que los fantasiosos proyectos del tipo de la Isla de la Innovación". Para Alonso, "Avilés vuelve a demostrar, una vez más, que vive de espaldas a la industria pese a que es ese el sector que sustenta y da sentido a su economía". Y advierte: "Lo que menos conviene es darle excusas o ideas a Arcelor para liquidar una actividad que, bien enfocada, podría constituir un negocio complementario de la siderurgia mediante la exportación de un producto, el coque, que en la actualidad se vende a precio de oro".