Doce oficinas y un bajo comercial en el que se instalará una firma textil española albergarán el recién rehabilitado edificio de Del Río, en la esquina de las calles La Cámara y Ruiz Pérez, propiedad desde hace un año del Grupo Principado Chile, al frente del cual figura Lucio Torre Vega. Este empresario astur-chileno lo adquirió a la familia Del Río, propietaria de la tienda del mismo nombre que ocupó el local del citado inmueble durante los últimos sesenta años.

Tras siete meses de obras, la edificación ha cambiado radicalmente de aspecto: el color salmón de la fachada ha sido sustituido por el blanco roto y del interior destaca la luminosidad de las diferentes estancias, igualmente con el blanco como protagonista. "Estoy contento y satisfecho con la obra; con paciencia y dinero se logró transformar un edificio abandonado en otro moderno", señalaba ayer Lucio Torre Vega tras visitar la reforma en compañía de la alcaldesa Mariví Monteserín; el diputado Antonio Trevín o el alcalde de Peñamellera Baja, José Manuel Fernández Díaz, municipio natal del empresario vinculado con el sector hostelero y la restauración en Chile.

Durante su visita, Torre Vega dejó entrever su interés por volver a invertir en la ciudad. "Quizás compre otra propiedad aquí", apuntó ayer al confesar el efecto que le causó el edificio cuando lo vio por primera vez: "Nada más ver la esquina me impresionó. Vi que tenía posibilidades aún a pesar de su deterioro. No me da miedo lo viejo; lo viejo se hace nuevo", resaltó el empresario que dijo haber elegido construir oficinas en régimen de alquiler y no viviendas "porque creemos que podían tener más mercado", añadió.

El diseño arquitectónico del edificio ha corrido a cargo del gabinete MCM Arquitectos y la remodelación fue realizada por la empresa Adersa (Asturiana de Rehabilitaciones), que ha adaptado la construcción de principios del siglo XX a las necesidades del XXI respetando elementos tradicionales como los techos de madera de la planta superior. En la obra que comenzó el pasado 17 de febrero y cuyo presupuesto alcanzó el millón de euros, trabajaron contrarreloj -sábados y domingos incluidos- cerca de 60 operarios. La mayor complejidad de la obra recayó en la cubierta, "que hubo que desmontarla por medios manuales", indicó José Ángel Fernández López, apoderado de la empresa familiar con sede en Noreña, al tiempo que destacó su satisfacción por haber concluido los trabajos en colaboración con empresas comarcales y asturianas "con cero accidentes, cero incidentes y cero reclamaciones de los colindantes".