Nunca la gravedad de la contaminación que sufre la comarca de Avilés fue tan controvertida como en los últimos meses. Lo que es negro para unos, los miembros del Colectivo Ecologista de Avilés, resulta gris para otros, léase la Consejería de Medio Ambiente del Principado. Los primeros hablan de un año 2015 especialmente horrible en lo tocante a la calidad del aire con superaciones "generalizadas, inexplicables y preocupantes" de los parámetros legales y la segunda sostiene que, admitiendo la existencia de un problema en vías de solución con las partículas mayores de diez micras (polvo y hollín, para mayor entendimiento), la situación general de la polución avilesina ha mejorado y más que lo hará en adelante gracias a las medidas de control y prevención que se están adoptando. ¿Cómo es posible semejante disparidad de conclusiones? En las siguientes líneas se trata de dar respuesta a esa pregunta.

Las herramientas usadas para medir la contaminación. Los dispositivos que recogen datos de la contaminación son los puestos de la red automática regional de control de la calidad del aire; hay cuatro en Avilés y uno en Salinas. Dan información en tiempo real, cada uno de una relación diferente de agentes contaminantes (partículas en suspensión, óxidos de azufre y nitrógeno, benceno, ozono...) Además, existen otros dispositivos colocados cerca de empresas altamente contaminantes (Arcelor, Alcoa, Azsa...) Los ecologistas suelen hacer uso de los datos de estas estaciones de control próximas a las empresas para elaborar sus informes, pero el Principado niega validez estadística a los mismos en la consideración de que esos aparatos cumplen otra función: medir la dispersión de las partículas contaminantes de la gran industria en los alrededores de las mismas. Dada la proximidad a los focos de emisión y la ausencia de zonas habitadas en sus cercanías, Medio Ambiente entiende que los datos de las estaciones asociadas a empresas no son representativos de la calidad del aire que se respira en las áreas habitadas.

Topes máximos de contaminación. La "biblia" legislativa de la contaminación en España es el real decreto 102/2011, que establece los valores límite, los valores objetivo y los umbrales de alerta en materia de polución; también fija las concentraciones máximas tolerables de sustancias contaminantes en el aire. La cosa se complica debido a que la ley contempla tanto una media anual de concentración que no debe ser superada (40 microgramos por metro cúbico en el caso de las partículas en suspensión mayores de diez micras, el agente contaminante más problemático de Avilés) como de un número máximo de días al año -en concreto 35- que no debería superarse la media diaria (50 microgramos por metro cúbico en el mismo caso de las partículas en suspensión). Es decir; se puede dar el caso de incumplir muchos días el criterio de la concentración diaria -como de hecho ocurrió en el segundo semestre de 2015 y los ecologistas denunciaron- pero lograr una media anual inferior al tope legal (cuestión que así recalcaron desde el Principado haciendo ver que, en términos globales, la evolución de ese contaminante concreto fue positiva el año pasado).

Factor de corrección. El factor de corrección es un parámetro por el que se multiplican las mediciones de la contaminación por partículas en suspensión para equiparar el método de medida usado en la práctica (atenuación de la radiación beta) con la que prevé la ley (recogida de muestras por gravedad y pesado de las mismas). Según los ecologistas, la Unión Europea recomendó hace años que ese factor fuese 1,3; España adoptó 1,2 y Asturias acabó aplicando 1,1. En esta guerra numérica, los ecologistas acusan al Principado de presentar los datos sobre contaminación sin aplicar el factor de corrección de marras y la Administración replica con una novedad: en virtud de un reciente estudio encargado al Instituto de Salud Carlos III y que los ecologistas dicen desconocer, el factor de corrección para la campaña invernal ha de ser 0,89 (es decir, un parámetro que reduce las medidas tomadas en tiempo real). Del factor que apliquen unos u otros resultan, evidentemente, lecturas diferentes de la calidad del aire.