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Avilés, una sinfonía de colores

Doce años después del primer plan de restauración de fachadas, el casco antiguo conforma una paleta cromática que dejá atrás la antigua ciudad de negro

Fachadas de la calle San Francisco, de vistosos colores. RICARDO SOLÍS

Lo dejó dicho el paisajista, pintor, ilustrador y litógrafo francés Pierre Bonnard: "El color no añade calidad al diseño, lo refuerza". Y Avilés parece haber tomado nota de esa opinión, al menos en lo que respecta a su casco antiguo, que en los tiempos del oprobio contaminante abrumaba a propios y extraños por el tizne negruzco que cubría cada rincón y ahora sorprende por la explosión de colorido que saluda a los peatones en cada calle. La paleta cromática avilesina, además, se caracteriza por la falta de prejuicios: lo mismo luce una fachada de azul azulete, malva o granate que se pinta el teatro Palacio Valdés -el buque insignia de la cultura local- de verde camuflaje con relieves en beis. Guste más o menos su actual aspecto colorido, lo cierto es que el casco antiguo de Avilés ha superado la etapa del gris y el negro y consagra el derroche de color, como los cuadros de Bonnard.

El resultado de doce años de intervenciones arquitectónicas -todo empezó en 2003 con la aprobación del primer Área de Rehabilitación Integrado (ARI)- deja un balance de 272 subvenciones concedidas por el Ayuntamiento de Avilés para la rehabilitación de fachadas y elementos exteriores de las edificaciones, con un montante de dinero público asignado de 1.829.866,87 euros; aparte habría que computar otro tanto invertido, al menos, por los propietarios de los inmuebles, lo que totaliza una inversión que ronda los cuatro millones de euros en doce años.

El actual concejal responsable de Urbanismo y Patrimonio, Luis Ramón Fernández Huerga, celebra el cambio estético experimentado por el casco antiguo, una imagen que, en su opinión, "destila modernidad y contribuye a hacer de Avilés una ciudad atractiva para el turismo". No menos importante, a ojos del concejal, es lo que queda en casa; esto es, el gusto de vivir en un entorno agradable y estéticamente bonito. El equipo local de gobierno brinda por el resultado de muchos años de intervenciones en materia urbanística en el casco antiguo, pero no se conforma: "Recientemente hemos puesto en marcha un plan específico para embellecer la fachada litoral, la que se contempla desde el centro cultural Niemeyer; seguimos apoyando las rehabilitaciones en el resto del casco antiguo porque aún hay edificios faltos de intervención y próximamente analizaremos cambios en el formato de las ayudas a raíz de problemas que hemos detectado y que requieren de un tratamiento especial".

Fernández Huerga adelanta que uno de los principales "problemas" a los que se refiere tiene que ver con las edificaciones donde residen muy pocos vecinos; en estos casos, el límite de ayuda que se concede para rehabilitar las fachadas (12.000 euros) es insuficiente para que los vecinos -en los casos que son muy pocos por edificio- puedan asumir el resto del presupuesto de obra. Otro apartado en el que quiere incidir el gobierno avilesino es en la eficiencia energética, seguramente implementando ayudas específicas para la renovación y mejora de edificios antiguos huérfanos de sistemas de ahorro de energía.

La manta de color que de unos años a esta parte cubre las edificaciones más recias de Avilés, aquellas que se levantan en el casco viejo, agrada sobremanera al exdirector de la Escuela de Cerámica, Ramón Rodríguez, el artista que más ha hecho por sacarle los colores a la ciudad, como demuestra cualquiera de las intervenciones callejeras que llevan su firma, desde el mural polícromo que decora la medianera de la calle José Martí a los pilares recién instalados en la plaza de los Oficios pasando por la composición cromática elegida para pintar el puente de San Sebastián.

"No debemos confundir el clasicismo y el barroco con la perpetuación de la mugre; bienvenida sea la proliferación de colores. Avilés ya sufrió bastante en su momento la lacra del hollín y la porquería en los años oscuros, aquellos en los que todo era negro, gris a lo sumo", comenta el artista, ya retirado de unas funciones municipales que en su momento le llevaron a ser asesor plástico del jefe de los servicios técnicos de Urbanismo Antonio Balmori: "A veces me venía a consultar sobre el color que ponerle a tal o cual fachada; fueron los orígenes de los planes de reforma integral, el germen de lo que ahora puede ver cualquier persona que recorra las calles avilesinas".

Los servicios técnicos municipales siguen ejerciendo de guardianes y asesores en materia de renovación de fachadas, pues aunque la percepción del observador pueda ser que el despliegue cromático de las calles del casco antiguo avilesino es fruto del caos o del azar, nada más lejos de la realidad. El Ayuntamiento de Avilés carece de una paleta cromática preconcebida, pero cada proyecto es examinado con detalles y minuciosidad: se descartan las propuestas "poco juiciosas" (como pretender pintar una casa de color rosa chicle), en los casos que es posible se indaga con ayuda de un análisis estratigráfico para tratar de averiguar el color original del inmueble y sin excepción los técnicos del Ayuntamiento comprueban la armonía de los colores sugeridos por los propietarios con los elementos decorativos del inmueble (mampostas, relieves, forjas, líneas o paños de piedra vista, etcétera) y con los edificios del entorno (se descarta pintar dos construcciones colindantes del mismo color para potenciar el "efecto damero"). Finalmente se realiza una recomendación de paleta de colores y los interesados en la rehabilitación tienen la última palabra. Los resultados de tanta puntillosidad saltan a la vista.

Ramón Rodríguez anima a seguir en esta línea: "Dejemos el blanco inmaculado para la Alpujarra, las viviendas del norte se han caracterizado tradicionalmente por la alegría de su colorido, lo cual tiene lógica: alegra el espíritu, me atrevería a decir, en unas tierras que por clima y paisaje son tendentes a lo contrario. En el norte de Europa, a donde viajo a menudo, es asombrosa la proliferación de colorido; tomemos nota aunque algunos cerebros no estén preparados para asimilar tanto estímulo cromático".

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