Los vecinos de uno de los edificios de la calle Hermanas Bobes no están contentos con la obra para el nuevo vial que unirá la calle de Cancienes con la entrada de la urbanización Villasol. "El proyecto se va a hacer, soy consciente. Ya está sacado adelante y beneficia a mucha gente, lo que más me molestó son las formas. No se puede avisar con un solo día de antelación. Creo que nadie de este edificio se pudo presentar en la asamblea en que se decidió, unos trabajando, otros fuera, otros que están de alquiler y el dueño del piso no se enteró", comenta la vecina Borja Muñiz.

El edificio tiene unos 30 años y, hasta ahora, su salida daba a un pasaje con un jardín, que ahora se convertirá en carretera. El problema está en que, con esta obra, el edificio de esta vecina, de nueve viviendas, se queda aislado entre cuatro carreteras, con poca acera rodeando el edificio. "Espero que pongan al menos una protección. Aquí hay niños y se van a encontrar de bruces con la carretera según salen por la puerta, es una calle muy estrecha y aún pretenden poner aparcamientos. Es cierto que hacen falta, pero con tres no van a arreglar nada", defiende la residente en Cancienes, cuyo portal va a parar al nuevo vial.

La nueva calle busca evitar los problemas que se generan en la entrada y salida por el mismo vial de la urbanización Villasol, el único que existe hasta ahora. "La calle es estrecha y se forma un embudo, pero tampoco hay tanto tráfico", sostiene la vecina. Con todo, Muñiz insiste en que entiende que en la asamblea ciudadana en la que se dio el visto bueno, saliese adelante la propuesta, aunque ella hubiera abogado por encontrar otra solución.

En el último Pleno del Ayuntamiento, el concejal de IU David García Leis ya hizo llegar la protesta de los vecinos descontentos con la decisión e instó al alcalde Iván Fernández a impulsar un reglamento para las consultas ciudadanas, para que en el futuro, por ejemplo, el aviso de la reunión sea con la suficiente antelación.