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CARLOS VIGIL BLANCO | PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE DONANTES DE SANGRE DE AVILÉS Y CORVERA

Niño en San Balandrán, donante en Avilés

Carlos Vigil Blanco, de 54 años y sindicalista, toma el testigo que dejó la fallecida Palmira García al frente de un colectivo que tiene por objeto conseguir sangre con la que salvar vidas

Carlos Vigil Blanco. R. SOLÍS

Carlos Vigil Blanco llegó al mundo "dando guerra" y como buen hijo de avilesinos fue una víspera de San Agustín de 1961. "Le di la fiesta a mi madre", reconoce el flamante presidente de la Asociación de Donantes de Sangre de Avilés y Corvera, que el pasado fin de semana tomó el testigo que dejó Carmen Palmira García, fallecida en abril tras una larga enfermedad. Para Vigil, Palmira es "Palmi": "Su fuerza nos hace seguir adelante, aunque nada es lo mismo. Como muy bien nos decía nuestra presidenta, somos un grupos de amigos unidos por una misma causa: la donación".

Vigil, el mediano de tres hermanos, nació muy cerca de Sabugo, pero se crió en el poblado de Endasa cuando aquello era un vergel de juventud. Vigil es de los avilesinos que cruzó incontables veces la ría en lancha, que aprendió a nadar en San Balandrán y que remaba siempre que podía en el estuario. Sus recuerdos de la infancia son inmejorables. Abrió sus primeros libros en la escuela de la parroquia de Laviana y continuó sus estudios en el colegio San Fernando. "Los que no éramos demasiado buenos estudiantes pronto pasábamos a Maestría; y ahí me fui yo", reconoce.

Tras finalizar sus estudios, Carlos Vigil comenzó a trabajar y lleva ya más de dos décadas en Gijón, en la multinacional norteamericana Praxair, dedicado a los gases industriales y a la defensa del movimiento obrero como delegado sindical afiliado al SOMA-FITAG-UGT. "No estoy liberado, y soy un defensor de los sindicatos, a los que hay mucho que agradecer aunque de tanto en cuando no viene mal un tirón de orejas", confiesa este avilesino que lleva desde el primer día trabajando a turnos: en una semana cambia tres veces de horario según le toque mañana, tarde o noche.

Si bien supo conciliar este ajetreo laboral con su vida familiar -Carlos Vigil está casado con Chelo González y tiene un hijo, Carlos, de 26 años-, sus turnos de trabajo le hicieron reflexionar acerca de la posibilidad de asumir o no la presidencia de la Asociación de Donantes de Sangre de Avilés y Corvera. Pero el apoyo de la junta directiva le restó cualquier duda. "Este paso no se puede dar sin el apoyo de los compañeros, a los que estoy muy agradecido", precisa este hombre que contactó con los donantes allá por 1994 gracias a un compañero de trabajo que por aquel entonces presidía la Hermandad de Gijón, Ramón López Huergo. "Me costó unirme al colectivo como le cuesta a casi todo el mundo que no tiene un problema grande en casa, en la familia", confiesa. Sus primeros pasos fueron como "manitas". "Ayudaba a los de Gijón a anunciar campañas de donación yendo con una furgoneta con la megafonía, hacía alguna chapuza en los locales... Y así me fui metiendo. Decidí colaborar con los donantes de Avilés porque los tenía muy cerca de casa y luego llegó el cambio", recuerda, y no puede evitar mencionar a "Palmi", su madrina en el colectivo.

"Palmira asumió la presidencia tras Eduardo Martínez y yo entré con ella de vicepresidente", subraya. Actualmente el colectivo tiene alrededor de 3.800 donantes activos que no socios, porque en la asociación avilesina nadie paga cuota. Los objetivos de Carlos Vigil Blanco pasan por seguir la senda abierta por Carmen Palmira García. "Las cosas que funcionan hay que seguir impulsándolas", sentencia.

Aspira también a que crezca el número de donantes alrededor de un cinco por ciento y está dispuesto a hacer lo necesario para que los jóvenes extiendan el brazo y regalen vida. En septiembre también prevé que Carmen Palmira García reciba su merecido homenaje musical en el teatro Palacio Valdés. Aunque sabe que el mejor ofrenda es captar donantes, que se necesitan como nunca. "La sangre es vida", concluye.

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