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Cáritas atiende a menos personas pero con más necesidades

La organización urge la colaboración vecinal y empresarial para poder mantener la calidad asistencial

La mayor agilidad en la concesión del salario social es la principal razón de que esté cambiando de nuevo el perfil de usuario de Cáritas. Así, según explica su responsable en Avilés, Francisco Álvarez-Buylla, el número de personas que acuden a la entidad para pedir ayuda ha descendido, pero quienes llegan lo hacen con más necesidades. Atienden, principalmente, a las personas a las que no llega la Administración. "Cáritas se ocupa cada día más de los que no se ocupa nadie", subraya. Y enumera los perfiles: personas indocumentadas, sin permiso de residencia, sin trabajo, que sobreviven como pueden, y también personas muy deterioradas por las dependencias.

Junto a eso siguen llegando familias muy normalizadas que acuden porque no pueden pagar el material escolar, el dentista, el oculista, el alquiler o los muebles de un piso. "Nos llega menos gente porque muchos empezaron a cobrar el salario social, que antes no percibían", apunta Álvarez-Buylla. Este descenso queda compensado con el aumento de necesidades de quienes sí pican a la puerta de Cáritas, por lo que la cifra de dinero que necesita la entidad para su labor social sigue invariable.

Y lo que más preocupa al responsable de Cáritas Arciprestal es que hay un descenso de ingresos, tanto de cuotas de socios como de las empresas que habitualmente echaba un cable. "Las ayudas son pocas, necesitamos más voluntarios y más donativos porque los ingresos son inferiores a lo que venían siendo". Por eso espera que ahora, de cara a Navidad, aumente la solidaridad en forma de donativos, festivales, colectas... Álvarez-Buylla, no obstante, se queda con lo bueno: "A veces viene gente que lo está pasando mal y te da seis euros".

Cáritas percibe también un incremento del número de personas que duermen en la calle, pero es un problema, apunta el responsable de la entidad, de difícil solución: "Si les invitas a ir al albergue, los hay que no quieren porque no desean sujetarse a un horario y a unas normas". Así, por ejemplo, hay personas que no acuden a este alojamiento porque no les dejan entrar con perros. "Son su gran acompañamiento, es cierto, pero a la vez no puedes meterlos en un albergue con más personas. Es complicado", reconoce.

El paro, asegura Francisco Álvarez-Buylla, sigue siendo preocupante. "Viene mucha gente buscando empleo, muchos hombres mayores de 50 años que tuvieron empleos en el sector de la construcción, y también chavales jóvenes sin estudios". Cáritas intenta formarlos en temas como la agricultura ecológica y orientarles para entrar en el sector de la hostelería y la hotelería. Pero es difícil encontrar huecos, apunta Álvarez-Buylla. "La gente que trabajó en una empresa lo tiene complicado para volver a colocarse". De lo que sí llegan algunas ofertas es para mujeres que tengan experiencia en el cuidado doméstico, especialmente para la asistencia a personas mayores.

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