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Las aficiones de Albertín

El fútbol, los perros, el mando de la televisión, el granero del gato y la "varita" mágica que usa el travieso avilesino

Mural sobre Ratonchi en el colegio público del Quirinal.

El miércoles pasado os presenté a Albertín, ese pequeño tan travieso a quien Peladilla y Ratonchi conocen muy bien. Por cierto, ayer, 15 de noviembre, fue su santo, así que aprovecho para felicitar a todos los Albertos por su honomástica.

Las brujas Picotera y Apestosa han sentido cosas extrañas, han oído ruidos en la Mansión de los cuentos... Saben que algo ocurre, por lo que han decidido quedarse por más tiempo surcando con sus horripilantes escobas los cielos de Avilés, así que ¡tened mucho cuidado, portaos muy bien y procurad no decir sus nombre en voz alta!

Ahora voy a contar algunas de sus curiosas aficiones, como jugar a la pelota, ya que es su pasión; ya sea de papel, de espuma, un balón de reglamento... ¡Le encanta jugar al "gol"!, como él lo llama.

Además de jugar a la pelota, Albertín tiene muchas otras aficiones, pues se piensa que tiene poderes especiales cuando coge su... "varita". Es decir, la escobilla del váter. Sí, habéis leído bien. Pocas cosas hay que le gusten tanto como las escobillas... Se adentra a oscuras en el baño y, sin hacer demasiado ruido, coge el instrumento de limpieza. Sale del baño orgulloso, con la escobilla bien agarrada y recorre con ella toda la casa.

-¡Zas! ¡Zaaaas!, -se escucha por los pasillos.

-¡Albertoooooooo, deja la escobilla del váter en su sitio!, -grita su mamá, mientras corre como un toro salvaje a quitársela.

-¡Zas, zas!, -dice el niño a golpe de escobilla, sacudiéndola a ritmo por todo el pasillo de casa, cual sacerdote bendiciendo un domingo de ramos. Incluso camina pasándola por todas las paredes.

Cuando su madre por fin se abalanza sobre la mano del pequeño para arrancarle su "varita", a Albertín aún le da tiempo para dirigirle a su madre un último "zas" que salpique bien su rostro.

-¡Albertooooooooooo!- grita su mamá, como una energúmena, mientras él se ríe con su cara traviesa.

Además de jugar con la escobilla del váter, perdón, con su "varita", hasta que llegan sus papás y le chafan el juego, también se divierte jugando a imitar a los perros ("guaguaus" para él), pues estos animales le fascinan. Hay veces que sus padres se lo encuentran solo por el pasillo gateando y ladrando, lo miran extrañados, pero el pequeño ladra una y otra vez. Se acerca a sus papás, les olfatea los pies y les vuelve a ladrar. Sus padres no dicen nada, solo miran y observan al pequeño, ya están muy acostumbrados a las travesuras y disparates que se le ocurren al pequeño; entonces Alberto comienza a partirse de la risa solo.

Albertín tiene otras muchas aficiones. Tales como esconder debajo del sofá los mandos de la tele, los posavasos y todo lo que esté a su alcance. Jugar en el arenero del gato, algo verdaderamente terrible, si tenemos en cuenta que en él su mascota hace sus necesidades y después va Alberto con sus pequeñas manos a jugar con esa arena... Comer chocolate a escondidas también es uno de sus hobbies favoritos...

El próximo miércoles os contaré más cosas sobre Albertín, y os aseguro que no tienen desperdicio, así que no faltéis y sed buenos.

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