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Memoria de hierro

Jesús Manuel García, Manolo Tana, recuerda a sus 82 años su trabajo de electricista en la explotación minera de Llumeres, cerrada hace medio siglo

Los restos de la explotación minera de hierro de Llumeres. M. V.

Jesús Manuel García, más conocido como Manolo Tana, representa la memoria viva de la desaparecida mina de Llumeres. Comenzó sus pinitos como electricista en 1950 y trabajó en la explotación de hierro dos meses antes de su cierre, entre marzo y abril de 1967, es decir, hace medio siglo. Entró en la plantilla como peón cargando vagonetas que transportaban el hierro en cintas, de ahí a un molino para posteriormente pasar a la fase de criba o de grano. "Se cargaban unas cajas grandes en cajiroles de 300 kilos cada uno", recuerda García, que tiene grabados a fuego en su memoria decenas de recuerdos de su experiencia laboral en la mina de Llumeres. Es más, por eso se entrevistará en próximas fechas con la investigadora Lucía Fandos, que prepara un libro sobre la historia de la explotación y sus empleados. La publicación cuenta con la colaboración de la asociación cultural "El Curbiru".

Como electricista, Manolo Tana trabajó dentro y fuera del pozo y siempre estaba alerta ante cualquier problema que pudiera surgir en el sistema eléctrico. "Era el jefe del servicio eléctrico de Llumeres, también de El Regueral (Candás) y de Simancas, en Verdicio", recuerda. Dentro de la mina, dice, había luminarias y la galería y los vagones requerían de un cuidadoso mantenimiento. "Si había una avería en una bomba por ejemplo, tenía que ir", señala.

El mineral se cargaba en tolvas y de ahí se transportaba a El Regueral, donde gracias al tren, al Carreño, se repartía "por medio Asturias". Parte del hierro también servía para los hornos de San Juan de Nieva y, el resto, se enviaba al extranjero. "Era una mina de muy buena calidad de unos 220 metros de profundidad y más tarde, de otros cien más", describe García, que aún recuerda cómo los barcos atracaban en el embarcadero próximo a la explotación de hierro para trasladar el mineral hacia el puerto gijonés de El Musel. "Recuerdo que se abrió una galería que duró cuatro días, que tuvo que cerrarse por miedo a que la mar acabara con todo", indica. La mina cerró hace cincuenta años, sin embargo, su recuerdo sigue vivo en el tono rojizo existente tanto en el embarcadero como en la playa anexa.

En los tiempos en que Manolo Tana era el electricista que reparaba todas las averías de la mina y "no tenía horario", la plantilla de mineros sumaba unos 150 empleados entre hombres y mujeres. "Si había una anomalía tenía que ir, daba igual la hora", expresa el hombre que cobraba un jornal de siete pesetas, es decir, 0,042 euros. De aquella, las mulas bajaban a la mina "y del peso -unos 20.000 kilos- de las vagonetas les costaba doblar el pescuezo". Siempre había algún que otro trabajador que solía compartir el bocadillo con el animal de carga.

La profesión de electricista fue hereditaria. El padre de Manolo Tana, Jesús, le enseñó las claves. "Eso sí, no me dejaba tocar, solo mirar", sonríe. "Luego comencé a trabajar porque mi padre tuvo un accidente con un transformador", recuerda este empleado que finalizó su vida laboral en Ensidesa, previo paso por Montajes del Nervión, también en la fábrica que modificó el paisaje industrial de la comarca. "Y también anduve a la mar: al marisqueo, a la lubina...", apostilla.

A sus actuales 82 años, Jesús Manuel García aún recuerda algún que otro momento trágico en la mina. "Yo tenía mucha responsabilidad y por eso, todo el que trabajaba conmigo tenía que estar amarrado, tener seguridad", indica para referirse después a algún que otro accidente "de los gordos": "Mi cuñado, Aurelio Fernández, que era muy trabajador bajó cien metros y yo le recordé que se amarrara por seguridad, sin embargo, cayó jaula abajo. Otro día un hermano de él cayó a un cajilón; bajó sin decir nada, y lo chupó la cinta del molino que molía el hierro".

Jesús Manuel García, natural de Bañugues, se jubiló por un problema bronquial. Tiene un vagón de recuerdos de una explotación minera de hierro, que en sus últimos años fue gestionada por Duro Felguera y de la que ahora, solo quedan los restos de una estructura que fue clausurada por el progresivo agotamiento del mineral y y por las dificultades técnicas para la extracción.

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