Un sonido de agua invade la sala. Al tiempo, espectadores de menos de un metro esperan en silencio el inicio de la función. Comienza el "Jardín secreto", una obra para bebés protagonizada por "Zig Zag danza", que con movimientos, luces y sonidos varios dejó a más de un pequeño ojiplático.

Un río de tela inundó la sala. Los niños sujetaban el retal y lo azuzaban para simular las corrientes. De repente, una niña espetó: "Una tortuga" al ver un dibujo del animal nadando en el río junto a peces y otras especies acuáticas. La mayoría de los pequeños acompañados de sus padres y abuelos no perdían detalle del jardín secreto, de las acrobacias y gestos cómplices de los dos actores; otros, inquietos, querían levantarse continuamente de su asiento. Tenían permitido eso y también balbucear, pronunciar alguna que otra palabra y si se diera el caso, llorar. Los adultos, no. Tenían que apagar sus móviles como en cualquier otra función.

La escena se desarrolló sobre las tablas del auditorio del Niemeyer. Antes, los padres aparcaron los carritos junto a las butacas para desplazarse después al espacio escénico. En el interior, "aparcaron" sin problemas, eso sí, hubo quejas sobre el "incomprensible" cierre del parking subterráneo para vehículos en una mañana de lluvias.