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Cuando ser del Casino costaba 120 reales

La entidad encuentra los estatutos de 1881, los más antiguos de los que tiene constancia, y confía en hallar los de su constitución, de 1865

Manuel González y Griselda Santos, con los estatutos del Casino de Avilés de 1881. RICARDO SOLÍS

"El Casino tiene por objeto las distracciones que ofrece la buena sociedad, los juegos permitidos en ella, y la lectura de obras y periódicos políticos y literarios, tanto nacionales como extranjeros". Así reza el primer artículo del reglamento del Casino de Avilés de 1881, el más antiguo del que se tiene constancia en la entidad, fundada en 1865. Y acaba de llegar, casi por casualidad, a las manos de la actual directiva. "Hasta el momento, el acta más antigua que teníamos era de una reunión de 1917", asegura el presidente, Manuel González Iglesias. Ahora, esos estatutos están guardados como un auténtico tesoro; los han impreso en un papel "adecuado" y encuadernado con tapas de piel gracias a Griselda Santos, artista y socia de la entidad.

"Un día nos llamó al Casino Pedro Paniagua, representante de la Sociedad Cultural del Principado, porque iban a hacer una exposición de Casinos de Asturias y explicó que el de Avilés era, quizá, el más antiguo de Asturias que aún mantenía su actividad desde que abrió. Vino un día por aquí y nos comentó que, a través de un trabajo de investigación, había encontrado estos estatutos", relató Santos Solís. En aquella época, finales del siglo XIX, para ser socio fundador del Casino, los hombres -las mujeres tuvieron prohibida la entrada hasta 1974- tenían que pagar una entrada de 120 reales -unas 30 pesetas- además de otros 12 reales al mes. Los socios mensuales -no tenían voto-, 14 reales mensuales.

"En 1881 Avilés ya tenía un gran comercio con Cuba; había mucho dinero. Entonces, el Casino era de unas clases determinadas y la cuota era familiar por lo que los hijos de un socio podían entrar", comentó Santos Solís, cuyo abuelo también fue socio del Casino. Los estatutos, reformados de otros anteriores, según consta en la primera página, fija el orden que tenía que haber en la sede -en sus primeros años ubicada en la calle de La Muralla, enfrente del Colón-. Así, no podía entrar nadie que no fuera socio y aquellos que querían entrar, debían hacerlo de la mano de otro socio. En los salones de la institución "no se permitirán polémicas ni disputas agresivas" ni se "consentirán más juegos que los que las leyes permitan". La junta directiva, por ejemplo, también era la encargada de fijar el orden en el billar y de organizar bailes.

El objetivo de los responsables del Casino es encontrar sus primeros estatutos y así poder completar toda su historia.

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