La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Figura De La Semana | GONZALO CASIELLES CAMBLOR | MÚSICO Y EXPROFESOR DEL CONSERVATORIO, RECIBE UN HOMENAJE EL PRÓXIMO VIERNES

El maestro de los músicos avilesinos

Casielles, que será reconocido por su labor, tocó en las mejores salas de fiestas del país y formó a decenas de alumnos del Conservatorio

El maestro de los músicos avilesinos

Es capaz de oír música en el simple movimiento de un folio, dar vida a lo que denomina "música muerta", y pese a que los años pasan (tiene 86) recuerda cada nota de "Crisócola", la polca de triple picado que tocó bajo los arcos del Ayuntamiento de Oviedo cuando era un crío y que le abrió la puerta a la banda de la ciudad. Gonzalo Casielles Camblor (Piloña, Infiesto, 1931) es el maestro de muchos de los grandes músicos que ha dado el Conservatorio de Avilés, centro que puso en marcha junto a su amigo José María (Chema) Martínez Sánchez tras haber tocado en las mejores orquestas de fiestas del país y de haber sido conserje de instituto cuando la música no le pudo dar de comer. El próximo viernes recibirá un homenaje por su magisterio.

La música entró en la vida de Casielles Camblor en su niñez, que estuvo marcada por una parálisis que le atacó mientras su madre partía leña un día de viento de castañas. Tenía tan solo dos años y medio cuando irrumpió en su vida la cojera que lo aferró a un bastón de por vida. La música le enganchó a los ocho años. Su padre, músico de la Banda del "Príncipe" en Oviedo, tenía en casa un bombardino colgado de un clavo. Su hermana Blanquita se subió a una masera, lo descolgó e intentó tocarlo. No salió ni un sonido. El pequeño Gonzalo logró sacar un rugido en el mismo momento que su padre entraba por la puerta de la estancia. "¿Queréis estudiar música?", les dijo. Y ahí empezó todo.

En apenas una semana, Casielles Camblor ya sabía tocar la escala, en ocho días se aprendió el método de solfeo de Hilarión Eslaba y con tan solo once años ya daba clase a los alumnos de su profesor. Tocó en la Banda de Infiesto y después en la de Oviedo, ciudad a la que se trasladó la familia y en la que trabajó como labrante de la piedra de los edificios de la Plaza de España. Con 16 años le trasladaron al seminario, también en obras. "Llevaba mi trompeta en un estuche de mimbre. Empecé a clase con don Alejandro San Marcos, que era el director de la banda de la Residencia Provincial, un profesor que marcó mucho mi conocimiento musical. Ya solfeaba bien pero me enseñó con exigencia total y absoluta, con entonación perfecta, dominando los intervalos, las tonalidades, la transposición", recuerda Gonzalo Casielles desde su rincón, junto a un piano que está "un poco bajo". Formado en el Conservatorio (violín, piano, armonía...), empezó en las orquestas en Nava y a los 20 estuvo en la sinfónica de Muñiz Toca. De ahí dio el salto a la "Capitol" de Gijón, ciudad en la que conoció a su querida Cristina. En la década de los 60 emigró a Madrid, donde consiguió vivir de la música. En la capital, tocó en las mejores orquestas de fiestas, entre ellas Pasapoga, grabó con el mexicano Rafael Méndez ("Nunca vi nada tan sorprendente como él tocando 'La boda de Luis Alonso"') y en la sala Gallo Rojo de Alicante conoció a Louis Armstrong, "un genio de la improvisación, aunque técnicamente no era mucho".

Cuando comenzaron los rumores del cierre de Casablanca, donde ganó dinero, comenzó a preparar la vuelta a casa. El saxofonista José Díaz Ardavín, que trabajaba en el Servicio de Aguas del Ayuntamiento de Avilés, le propuso trabajar como conserje en un colegio. Y Casielles pensó: "Donde hay niños, hay clase". Estuvo en La Luz y en el Marcelo Gago, hasta que su amigo José María Martínez consiguió crear una escuela de música en la calle Cuba, el germen del Conservatorio Julián Orbón. Llegó a impartir clases hasta a 120 alumnos a la semana, a los que enseñó con la misma exigencia que su maestro. Ahora tiene la satisfacción de ver a un montón de sus alumnos en puestos clave por todo el mundo. Su filosofía: "Yo quería formar músicos, no autómatas".

González Camblor se prepara para el homenaje que recibirá el viernes en un hotel de la ciudad, en el Avilés que no le vio nacer, pero en el que ha dejado su magisterio marcado a fuego.

Compartir el artículo

stats