Emocionante fue la palabra más repetida entre el público que ayer asistió al concierto de Año Nuevo que ofreció en el teatro Palacio Valdés la recientemente constituida Orquesta Sinfónica "Ciudad de Avilés".

Dirigida por Iván Cuervo, profesor del conservatorio Julián Orbón, y compuesta por 45 músicos, la formación puso en pie a los espectadores con un programa compuesto por diez obras muy conocidas de los aficionados a la música al formar parte del repertorio que cada uno de enero presenta la Orquesta Filarmónica de Viena en la Sala Dorada del Musikverein de la capital austriaca. De hecho, varios de los asistentes comentaron las similitudes entre ambas galas. "Es un orgullo como avilesino y como amante de la música poder asistir al primer concierto de Año Nuevo que se celebra en este magnífico teatro y protagonizado por músicos vinculados a esta tierra. Poco a poco estaremos al mismo nivel de Viena", subrayaba con satisfacción Emilio Alfonso García nada más abandonar el coliseo, ornamentado para la ocasión con flores de Pascua.

Igualmente conmovido por la actuación se mostraba Carlos Galán, director del conservatorio de la calle Julia de la Riva, que siguió el concierto desde un palco junto a la alcaldesa, Mariví Monteserín, y la concejala de Cultura, Yolanda Alonso. "Ha sido emocionante ver el nivel de la orquesta, formada por muchos músicos amigos y compañeros. Fue difícil reunir a tanta gente en tan solo un mes y medio e Iván Cuervo ha trabajado mucho en este proyecto que ha alcanzado un gran éxito. Ojalá esta gala se mantenga en los próximos años", comentó mientras saludaba a numerosos vecinos y manifestaba su deseo de poder acudir a más conciertos de la orquesta recién creada.

La Danza Húngara nº1 de J. Brahms abrió el recital que comenzó a las 12.30 horas y llenó a rebosar las singulares dependencias artísticas. Tras esta pieza y durante alrededor de una hora y media, la Sinfónica "Ciudad de Avilés" atrapó la atención del público con obras como la polca Pizzicato, de Johan Strauss, en la que los instrumentistas de cuerda no utilizan el arco. También sorprendió gratamente la Danza del Sable, de ritmo vivo y que evoca una danza de espadas armenia en la que los danzantes muestran su habilidad con los sables. Junto a la intensidad de esta y otras composiciones -Die Fledermaus, Danza Húngara nº5 o la Boda de Luis Alonso- recibió igualmente una cálida acogida la participación de la solista Paula Martínez, que interpretó al violín Meditation from Thais, de Jules Massenet. Por su parte, el cellista Gabriel Ureña, que tenía previsto formar parte de la gala, no pudo acudir a la misma debido a una enfermedad, según explicó Iván Cuervo desde el escenario, al tiempo que agradeció a las personas e instituciones que hicieron posible la celebración del concierto, en especial, Asturiana de Zinc, patrocinadora de la gala. El director anunció que en sustitución de la pieza que iba a tocar Ureña la orquesta ofrecía Caballería Ligera, de Franz von Suppè. El público obsequió con generosos bravos y vivas esta marcha alegre y rápida que la formación repitió al concluir el concierto a modo de propina. Anteriormente había deleitado a los aficionados con El bello Danubio Azul y La Boda de Luis Alonso.