"En Azcárraga se compraban los mejores jerséis: no les salían bolas y no estiraban", afirma un antiguo cliente de uno de los comercios con más solera de Avilés, que acaba de bajar la persiana para siempre. La histórica sastrería cerró la pasada Navidad, regentada hasta entonces por la tercera generación de Menéndez-Azcárraga: las hermanas Sara y María Dolores. La primera falleció el pasado domingo a los 86 años y ahora la familia ha decidido que se acabó la época de vender ropa de mujer y caballero tras más de un siglo nutriendo los armarios de los avilesinos.

Fue Benjamín Menéndez-Azcárraga el que decidió, a finales del siglo XIX, abrir una sastrería en las casas de las marismas, en la calle del Marqués de Teverga -actual La Muralla-, una de las vías "con más vida por aquel entonces", según consta en el libro "Historia del comercio de Avilés, Castrillón, Corvera e Illas (1850-2008", de Iván Muñiz, Alejandro García, Ana Llamazares y Alberto Morán. El actual edificio no es el original ya que durante la guerra civil los bombardeos lo tiraron abajo y la familia tuvo que reconstruirlo. De entonces data la tienda, caracterizada por su decoración interior de madera.

"Durante los inicios de la sastrería Azcárraga tributó al Ayuntamiento tanto por sastrería como por venta de hilados y tejidos; sin embargo, ya en la primera década del siglo XX tan sólo figura en los registros como sastrería, aunque contaba con surtido de géneros", explica el libro. En seguida se hizo popular y no dudó en adaptarse a los intereses de la burguesía avilesina, atraída por las sociedades inglesas y francesas de la época. Los comercios locales empezaron a utilizar sendos idiomas para atraer a la clientela y Azcárraga, en uno de sus carteles, que data de 1918, popularizó el lema "The latest fashion english stile" ("La última moda en estilo inglés").

Prendas manufacturadas

Benjamín Menéndez-Azcárraga contrataba a los sastres, que trabajaban en la parte superior de la tienda y que llegaron desde diferentes puntos de España. Su hijo Gabino Menéndez-Azcárraga Martínez, que tomó el relevo en los años cuarenta, se nutrió, sobre todo, con especialistas catalanes, una comunidad con gran tradición textil.

"Con el paso de los años, las prendas manufacturadas fueron ganando terreno a la sastrería. Y también, a medida que pasaba el tiempo, las hijas de Gabino se convertirían en la tercera generación de la familia al frente del negocio", señala la publicación, editada por Azucel. Azcárraga se hizo también muy popular porque vendía, en exclusiva, las prendas de la marca Pulligan. Ahora, tras la muerte de Sara Menéndez-Azcárraga, la familia ha decidido cerrar el comercio por falta de relevo generacional y su idea es alquilar o vender tanto el comercio como el edificio "pero sin prisa". Se acaba así una larga tradición de venta de prendas de calidad y la calle La Muralla queda aún más huérfana de tiendas.