La treintena de trabajadores del economato de Llaranes, temerosos ante el desalojo fijado para el próximo 13 de marzo que hará que el edificio lo ocupe una nueva empresa de alimentación, se manifestaron ayer a la entrada del mercado apoyados por cerca de un centenar de vecinos. "Viendo que es imposible frenar el cambio de manos, lo que ahora pedimos es que la nueva empresa contrate, al menos, a parte del personal que lleva toda la vida trabajando aquí", señaló Alicia Nuevo, una de las afectadas.

El contrato de arrendamiento entre la entidad propietaria del edificio y la beneficiaria de la explotación, la cadena de supermercados a la que pertenecen los trabajadores manifestantes, finalizó el pasado 2015. Al no llegar a un acuerdo de renovación, una tercera empresa de alimentación ofreció un mayor precio de alquiler y se hizo con el nuevo contrato. Desde entonces, la plantilla actual teme "despidos en masa". "La opción es que nuestra empresa nos recoloque en supermercados de la misma marca, pero no hay puestos de trabajo para tantas personas y, los que haya, están a más de 100 kilómetros", lamentó Nuevo.

De esta forma, lo que los empleados solicitan ahora es que la nueva entidad arrendataria les contrate cuando el desalojo se haga efectivo. "Tenemos dos sentencias y dos recursos en nuestra contra; damos por hecho que nuestra empresa no se puede quedar aquí. Pero lo que sí podemos reclamar es un puesto de trabajo con la nueva marca. Sería lo justo", dijo Marta Menéndez, otra trabajadora.

Esta petición de empleo podría conseguirse, según los afectados, a través de la mediación de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). "Queremos sentarnos a negociar. Llevamos años trabajando aquí, tenemos experiencia y conocemos a los clientes. Nuestra contratación sería una estrategia empresarial inteligente y, además, contentaría a los vecinos", aseguró Nuevo. Precisamente fueron los residentes del barrio obrero los que se hicieron con las riendas de la manifestación al ocupar ayer la vía pública que cruza el economato durante unos minutos -los empleados no llegaron a salir de la acera peatonal-, pese a no contar con el permiso municipal oportuno. "A estas muchachas las conocemos de toda la vida. Nadie quiere que las despidan", sentenció la vecina Adelaida Braña.