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Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

La grapadora

La grapadora

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

Crisanto es un bildeano de pro, de Cá los Grapaos, una estirpe con mala fama, varios de sus vástagos y vástagas fueron "grapados" por la Guardia Civil después de haber protagonizado diversas hazañas bélicas, salieron guerreros, una condición que en otros tiempos les hubiera supuesto estatuas con pedestal y tal vez algún título nobiliario, entre otras menudencias.

Crisanto salió a la rama menos guerrera de la familia, su fechoría más conocida duró cuarenta años y consistió en entrar en Ensidesa aprovechando un resquicio de la ley de vagos y maleantes, él fue uno más, otros entraron por peores pasadizos, llegando a ocupar altos cargos en la administración del Estado.

Nuestro hombre regresó prejubilado al pueblo hace unos años y pasó unos cuantos más explicando repetidamente en la bodega de Francisco el Taberneiro lo que significaba "prejubilado", pues ese término no era conocido para estas gentes sencillas que paran de trabajar cuando entregan la cuchara.

-O sea que te jubilaron anticipadamente. ¿Tenías alguna enfermedad que te impidiera seguir trabajando?

-No, la empresa necesitaba desprenderse del exceso de personal y entre otros muchos me tocó a mí. El trabajo que hacíamos mis compañeros y yo dejó de ser necesario y sobramos. Nos propusieron la jubilación con una pensión decente y aquí estoy.

Había hecho carrera en la fábrica como fotocopiador, después de unos años de aprendizaje cavando zanjas, aunque evita mencionar esta fase de su vida laboral. Tras un cursillo de preparación, lo pusieron al frente de una máquina fotocopiadora Rank-Xerox que parecía un tren de laminar por sus dimensiones y el estresante ruido de sus motores, ventiladores y cintas transportadoras. Explicaba a la parroquia en la cantina, apurando un vasín de vino:

-¡No sabéis las cajas de papel DIN A-4 que tragaba aquel maquinón todos los días!

En Bildeo no están muy al tanto de los formatos del papel, les da lo mismo un DIN A-4 que una hoja de periódico, con tal de que limpie bien y no lije las almorranas.

-Pues si tragaba tanto papel, cagaría al tenor. ¿Qué producía?

Crisanto dejó pasar la ordinariez para responder como es debido:

-No parábamos. Empezábamos la jornada editando cientos de ejemplares de un boletín de noticias de prensa entre las seis y las siete de la mañana; teníamos que fotocopiar unas hojas con recortes pegados de los periódicos del día, cada boletín llevaba unas doce o quince páginas que salían de la máquina grapadas por una esquina y ya estaban esperando los encargados del correo interno de fábrica para repartirlos por las jefaturas de los departamentos.

De ser un obrero de pico y pala, pasó a gobernar una fotocopiadora que valía una millonada y, con la arrogancia de un ratón encima de un queso, llegó a ejercer un poder que algunos ingenieros jefes de departamento tenían que admitir con sorna y resignación a partes iguales. Se decían entre los altos mandos:

-¿Pero no eres tú el ingeniero, el que manda en la instalación?

-Ya quisiera yo que fuera así, pero quien manda en realidad es Crisanto, el de la fotocopiadora; si él dice que nones, no hace las fotocopias de los informes o de las órdenes del día y no hay nada que hacer, así que ya me dirás quién manda.

Era el puto amo, fueron miles los trabajos fotocopiados y encuadernados para que otros tantos hijos de compañeros los presentaran decentemente en el colegio o en el instituto y centenares las tesis doctorales editadas por este ilustre bildeano a cambio de nada, bueno, tal vez una botellina, unos puros, una fartura... El día que se jubiló, fue agasajado en un afamado restaurante, parecía una romería.

A los postres, entre otros regalos, le trajeron una caja en una carretilla, dos fornidos camareros la subieron a la mesa y de los sucesivos envoltorios que la protegían surgió una enorme grapadora industrial que pesaba varios kilos, capaz de coser con un solo golpe de palanca más de doscientas páginas; las grapas podrían servir para entibar una mina.

Crisanto fue feliz con el regalo. Había visto a muchos compañeros jubilarse y marchar ufanos para casa llevando consigo la grapadora "El Casco" con la que habían trabajado años y años. En los últimos tiempos ni eso pues las grapadoras venían de China o de casa Dios, todo plástico, no grapaban un pijo y nadie las quería.

Crisanto acude ahora con su mega-grapadora a las juntas de vecinos de Bildeo, donde se organizan las sextaferias, con la ilusión de poder grapar las instrucciones del día para arreglar los caminos, las paredes, las fuentes... y desgraciadamente no hay nada que grapar; es más, muchos días acude él solo a la junta.

Seguiremos informando.

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