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ERIK PÉREZ LORENTE | ALPINISTA, GUÍA PROFESIONAL DE ALTA MONTAÑA

Corazón de piedra

El avilesino Erik Pérez Lorente, reputado guía de montaña, ha ascendido al Picu Urriellu 331 veces: "Me apasiona"

Corazón de piedra

Urriellu, Torre Cerredo, Llambión, Peña Santa de Enol. Con sólo pronunciar los nombres de estos cuatro picos, a Erik Pérez Lorente le cambia el gesto. Los conoce al dedillo, tanto que suma más de 1.000 ascensiones solo entre estos gigantes de los Picos de Europa. Este avilesino de la calle Cuba, que nació dos días después de que la nave soviética "Luna 3" enviara las primeras fotografías de la cara oculta de la Luna, es guía de alta montaña. Hizo de su pasión una profesión.

Lorente es el mayor de seis hermanos fruto del matrimonio de Margot Lorente y Gregorio Pérez, una familia vinculada también a Soto del Barco, concretamente a La Ferrería. "De Avilés nos fuimos a vivir a Villa Isabel y allí estuve con mis padres hasta los 18 años", explica. Estudió en el Colegio Estilo y luego en el Carreño Miranda. De aquellos años guarda recuerdos imborrables de sus compañeros y también de algunos profesores, como Isabel González, de Historia. "Era maravillosa, gracias a su buen hacer muchos amigos decidimos tirar por la rama de Humanidades. Por aquel entonces, la Facultad estaba por detrás de las pelayas y, cosas de la vida, teníamos de profesor a su marido, Juan Ignacio Ruiz de la Peña", relata. Mientras habla de aquellos años universitarios, cuando aún no existía el campus del Milán, a Erik Pérez le fluyen nombres de amigos: Antonio Noriega, Ricardo Pañeda, Manuel Hidalgo, Santi Castañón, Ángel Barrientos...

Erik se licenció en Historia. Pero la sangre montañera ya corría por sus venas. El primer recuerdo, con unos 10 años: "Veraneaba con mis dos abuelas. Una vivía en el Sueve y conocí así el Pienzu; otra en Pola de Gordón, las Ubiñas ahí mismo". Al contrario que sus amigos que opositaron y siguieron su carrera profesional ligada a las letras, Lorente decidió hacer de su amor a a montaña una forma de vida. En 1979 se hizo guía profesional de alta montaña con título de escalada, alpinismo... Entonces se trasladó a Cangas de Onís.

Pero mantuvo su vínculo con Avilés gracias al entonces alcalde, Manuel Ponga Santamarta. "El Patronato Municipal de Deporte me contrató a mí y a José Ovies, también guía, para realizar salidas al monte y todos los fines de semana movíamos entre 300 y 400 personas. Aquello tuvo gran éxito, fue un programa buenísimo", dice. Y es que Avilés, aunque mire a su ría, es la cuna de muchos de los mejores montañeros asturianos. En esto tienen mucho que ver el Grupo de Montaña Ensidesa de Avilés (GMEA) y su homólogo, el de Cristalería, ambos formados por gente muy experimentada.

Uno de los promotores del GMEA fue, precisamente, Fran Lorente, tío y padrino de Erik: "Era un hombre honesto y serio que me dio muchos consejos, entre ellos que debía ser responsable como guía". Fran fue una suerte para Erik. Igual que lo fue Anselmo Menéndez, "el cubano", un titán de las montañas. "Anselmo sigue siendo un referente para muchísimas generaciones de alpinistas avilesinos y asturianos", apunta el avilesino, que con solo 20 años hizo cumbre con su mentor en una de las grandes montañas de la Patagonia argentina.

Ya con el alma regalada a la montaña, Erik Pérez Lorente comenzó a trabajar para un empresa norteamericana con la que sigue hoy en día como guía profesional de alta montaña. Esto se lo debe a su padre, empeñado en que sus hijos hablaran inglés. Gracias a su trabajo, Erik Pérez recorrió una y cien veces los Picos de Europa, pasó diez años en el Himalaya, entre Nepal y el Tíbet, y diez temporadas en Sudamérica, en Chile y Argentina principalmente. Aún con tantas cumbres en la retina, este avilesino no cambia el desnivel asturiano por nada del mundo. Sólo al Picu Urriellu subió 331 veces: "Me apasiona". "He subido a más de seiscientas personas porque hace años las cordadas eran muy grandes y de esas 600, más de doscientos fueron avilesinos", dice. Sigue además haciendo montañismo por afición. A veces sale con su mujer, otras en solitario.

Su voz es una de las más reconocidas en el mundo del alpinismo nacional. Está federado desde 1945 y pertenece a l junta directiva de la asociación española de guías de montaña. Es honesto y humilde, según quienes le conocen. "Hay gente que ha subido al Urriellu muchas más veces que yo, que soy un escalador de nivel medio, que no he abierto vías. Soy un guía que he aprendido de buenos guías tanto aquí como en los Alpes y los Pirineos", puntualiza. Como buen timonel, Erik Pérez aconseja a la gente que hace montaña de forma periódica federarse - "Manolo Taibo, también avilesino, está haciendo una labor excepcional en la Federación", aplaude-, y aconseja respeto a la montaña asturiana.

La niebla en verano, el hielo y las avalanchas son el mayor peligro para los alpinistas del "paraíso". "Somos unos privilegiados, tenemos unas montañas a un paso de casa que dejan huella y que permiten practicar todas las disciplinas", puntualiza.

Erik ya tiene el corazón de piedras. Su amor por la montaña es tal que no titubea cuando asegura: "Para mí sería un placer morir en una de estas montañas". Se refiere al Urriellu, al Torre Cerredo, al Llambión y al Peña Santa de Enol.

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