Carbayín, Pablo ANTUÑA

Un modelo de club en extinción. El Rayo Carbayín aúna cantera, familia y esfuerzo para sobrevivir año a año. Lo hace de una forma peculiar, ya que es uno de los pocos clubes que no cobran ningún tipo de cuota por jugar al fútbol. Un hándicap que hace que sea aún más importante los esfuerzos que se hacen cada año para poder salir a jugar.

El club mueve en sus filas a un centenar de jugadores, pero el descenso de población en la zona y la migración de sus vecinos hacia Pola de Siero, hace que algunos equipos tengan cada semana el mínimo de jugadores para jugar los partidos. Así el conjunto cadete tiene 12 jugadores y los infantiles apenas 14 para jugar cada semana. Otros como el juvenil tienen los 16 justos para una convocatoria, y los alevines que este año juegan en fútbol 8, tienen 14 jugadores para cada semana. De ahí la imaginación para sacar adelante un club en que los directivos, los padres de los jugadores y los vecinos se involucran con sus pequeñas aportaciones para que el balón siga rodando en El Terreru.

Precisamente un campo de fútbol que pide una renovación. Tras la adquisición de los terrenos por parte del Ayuntamiento de Siero a la empresa HUNOSA, el club quiere adaptarse a los nuevos tiempos y tener como la mayoría de clubes un césped sintético. «Las instalaciones tal y como están no son apropiadas para la práctica del fútbol. El campo de entrenamiento es un peligro para los más pequeños porque para acceder tienen que bajar por un camino estrecho y con mucha maleza y en alguna ocasión ya se han encontrado un jabalí», explica el coordinador Javier Noval. Además, El Terreru, es un poco de los pocos campos de hierba natural que quedan en Asturias, por lo que el trabajo de mantenimiento es muy complicado para la directiva y hace que los jugadores no puedan entrenarse en él a lo largo de la semana. "Cuando acaba la temporada, no hacemos como en otros campos que cierran la llave hasta agosto a la vuelta de vacaciones, aquí tenemos que resembrar y cuidarlo muy minuciosamente porque de otra forma sería casi imposible que aguante la temporada entera", añade Javier Noval.

Filiales del Tuilla. Debido a su proximidad a la villa langreana y la necesidad de categorías inferiores del conjunto arlequinado para no tener que pagar una multa, el Rayo Carbayín desde la llegada del Tuilla a Tercera División es su conjunto filial. Una circunstancia que le permite a su equipo regional entrenar en algunas ocasiones en El Candín, una ayuda bienvenida en el invierno cuando el temporal perjudica la práctica del fútbol. A ello se le suman las buenas relaciones entre ambos clubes y el nexo común de haber visto los primeros pasos de David Villa, futbolista que jugó en El Muebles Manolín (equipo de benjamines del Rayo Carbayín).

Cercanía a la Cuenca Minera. El club pertenece a Siero, pero su presencia en el límite entre este municipio y Langreo le permite tener acceso a jugadores de la Cuenca del Nalón. «Algunos entrenadores son de esta zona y si vienen a entrenar a Carbayín, en el viaje traen a un par de jugadores con ellos, como es el caso de Vicente, que juega en el Tuilla en Tercera División», afirma Javier Noval. «Tenemos plantillas en las que la mitad de los jugadores son de fuera, tenemos que aprovechar como podemos, contactar con el Romanón, el Langreo, el Álcazar por si sobran jugadores y lo más importante, aunque sea con el mínimo salir a competir».

La novedad del fútbol 8. Este año el fútbol alevín ha sufrido una reestructuración y aunque la tónica es que retrasa la llegada al fútbol campo dos años más, Javier Noval cree que las ventajas se notarán a largo plazo: «Aunque yo también veo un retraso, veo como se empieza a trabajar más la técnica, táctica y colocación y en estos años lo importante es formar a los chavales para que aprendan y disfruten con el fútbol, ya tendrán tiempo para competir más adelante».