La segunda edición del Envero transcurre en Mieres como un electrocardiograma. El mal tiempo y la falta de información sobre el acontecimiento son unos de los factores que achacan los asistentes a la afluencia irregular de visitantes. Las once de la noche del viernes marcaron el punto álgido en cuanto a afluencia en el patio de los colegios Aniceto Sela y Liceo. A esa hora, el corazón de Mieres latía a base de vinos con denominación de origen y de buen jamón. Los mostradores estaban llenos y no había sitio para sentarse en las mesas.

R. G. INGERTO

Mieres del Camino,

La noche de ayer era la más esperada por los organizadores. El gran ambiente que reina en las zonas de vinotecas los fines de semana en Mieres hacía pensar con optimismo que, a partir de las ocho o las nueve, se alcanzará un lleno total. Una de las personas que ayer visitaban este certamen, Mayte Rodríguez, hacía hincapié en que, habiendo tantas vinotecas en Mieres, era «muy extraño» que el encuentro estuviese organizado solamente por dos. Esta apasionada del Ribeiro coincidía con sus compañeros de mesa en que para que esta cita tuviese mayor éxito los regentes de las vinotecas mierenses debían colaborar juntos.

El público en general que acude al Envero son verdaderos aficionados al vino que valoran mucho este tipo de iniciativas. Francisco Javier González considera que está muy bien «porque te permite conocer vinos de otros lugares». También recuerda que antiguamente no había lugares donde elegir los vinos, «tenías el rioja o el clarete». Actualmente disfruta paladeando caldos provenientes de la Ribera del Duero como el Pesquera.

Una de las iniciativas curiosas que los participantes proponían ayer es que el Ayuntamiento de Mieres impulse una especie de fiesta similar a la Folixa especializada en vino. Todos los que estaban presentes en la mesa aplaudieron la iniciativa y afirmaron que sería muy positivo que se diese más a conocer.

Otras, como María Luisa, se confiesan más seguidoras de la sidra. Sin embargo, admite que últimamente sale de vez en cuando a tomar vinos. Su debilidad viene de las Rías Baixas gallegas. Es, ni más ni menos, que el Albariño. Ella reconoce que le parecen bien todas las iniciativas que se tomen y logren que en la ciudad haya más gente. «Lo mejor es que se vea movimiento de arriba abajo, eso le da vida a Mieres», señaló.